Qué  se dice

Qué  se dice

Cuidado con eso- Regular el desorden siempre será tarea difícil, sobre todo si se trata –valga la paradoja– de un desorden institucionalizado, la manera más apropiada de describir el “sistema” de transporte público de pasajeros que nos gastamos en este país de maravillas sin cuento.

 ¿O ustedes conocen algún otro país, mínimamente organizado, donde el motoconcho sea un medio de transporte de pasajeros? Todo esto a propósito de la propuesta de la vicepresidenta de la República, la doctora Margarita Cedeño de Fernández, de regular el uso de las  motocicletas, como una forma de reducir la gran cantidad de crímenes y asaltos que se cometen utilizando ese tipo de vehículos debido a  su rapidez y maniobrabilidad. ¿Cómo no afectar el motoconcho si se prohíbe, como sugiere la Vicepresidenta, que dos personas monten en una motocicleta? ¿Qué hacer entonces con los miles de familias que perderían su principal fuente de sustento?

Tal y como están las cosas nadie se atrevería a discutir la urgencia de atacar, de manera frontal y contundente, una modalidad delictiva que está causando estragos, por su cantidad y frecuencia, entre una población indefensa y aterrorizada, pero la solución a un problema de criminalidad no puede abrir paso a un problema social en un país donde el desempleo sigue siendo un lastre demasiado pesado en su tránsito hacia el desarrollo.

Desde luego, eso no quiere decir que las autoridades  renuncien a la búsqueda de una forma de  regular el uso de ese medio de transporte, pues lo cierto es que las motocicletas que se utilizan en el motoconcho son muy distintas, en diseño y cilindraje, a las que prefieren los delincuentes para cometer sus fechorías. Además de que siempre está ahí la opción, tan legítima como natural en estos tiempos de globalización, de aprovechar las experiencias  de otros países en esa materia, haciéndole   las adaptaciones  necesarias para adecuarlas a nuestra particular realidad.

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