Qué se dice

Qué se dice

En noviembre del pasado año, cuando un reportaje publicado por este diario puso en evidencia el deplorable estado en que se encontraban las instalaciones de la Escuela Básica de Sabana Toro, en San Cristóbal, las autoridades de la Secretaría de Educación declararon al maltrecho plantel como de «alta prioridad», lo que nos hizo creer, ingenuamente, que muy pronto mejorarían las condiciones en que los estudiantes recibían docencia. Pero no fue hasta el mes de junio, de este año,[tend] cuando se iniciaron los trabajos de construcción, empezando con la demolición de las viejas instalaciones, lo que también fue dado a conocer por este diario en otro reportaje. Ocho meses después la situación, lamentablemente, solo ha empeorado, pues los supuestos trabajos de construcción nunca se iniciaron, y hoy los niños y las niñas reciben docencia debajo de improvisadas carpas, en medio del abandono y el hacinamiento, como atestigua un tercer reportaje aparecido en nuestra edición de ayer. ¿Será esta tercera publicación -«la vencida», como quien dice- la que haga reaccionar a la Secretaría de Educación? Les mantendremos informados.

[b]Trujillismo endémico[/b]

Hay gente convencida, y así lo ha puesto por escrito, de que las críticas a la utilización de los guardias para hacer descender, manu militari, la prima del dólar a los niveles que el Gobierno entiende razonables, obedecen a que todavía no nos hemos acostumbrado al hecho de que sin los militares, sin la intimidación de sus armas y su uniforme, es imposible hacer cumplir nuestras leyes. Pero ocurre que la cosa es al revés: a lo que estamos acostumbrados, desgraciadamente, es a recurrir con demasiada facilidad, por cualquier quítame esta paja, a ese innecesario cuco, como si la cacareada madurez de nuestra democracia no mereciera la oportunidad de poner a prueba sus instituciones. Para eso hace falta, sin embargo, que pensemos y actuemos como verdaderos demócratas, conscientes -eso sí- de que no será fácil erradicar un mal que, como el autoritarismo, contraímos en los albores mismos de la República, y que 31 años de dictadura convirtieron en una enfermedad endémica de la que mucha gente, todavía al sol de hoy, no ha conseguido curarse.

[b]Hipótesis descabellada[/b]

Tal vez sea una hipótesis descabellada, pero precisamente por eso puede ser la única que tenga sentido en las presentes circunstancias, cuando todos se rompen la cabeza tratando de entender porqué el presidente Mejía sigue adelante, en circunstancias tan adversas, con su proyecto reeleccionista. Todo ese ímpetu que muestra el mandatario, patente en el intenso activismo político que lo ha llevado a recorrer el país, de extremo a extremo, en los últimos días, sería tan solo un elemento de distracción, con una doble utilidad: proyectar la firmeza de carácter que le ha merecido que le llamen El Guapo de Gurabo, el recio hombre de campo que no se arredra ante nada, a la vez que lo mantiene como el epicentro del mundo político criollo, pendiente del más mínimo cambio de rumbo de su voluntad. El Presidente, así las cosas, seguirá adelante en su empeño reeleccionista, pero aguardando el momento y las circunstancias que le permitan apearse del caballo con su dignidad política intacta, a pesar de haber perdido su última gran batalla. ¿Verdad que es un disparate?

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