Qué se dice

Qué se dice

Predicando en el desierto-. Cualquiera diría, mirando el juego desde las gradas, que el doctor Marino Vinicio Castillo, asesor en materia de drogas del Poder Ejecutivo, y el senador por la provincia Peravia, Wilton Guerrero, sostienen una especie de competencia soterrada, con la opinión pública como gran auditorio, para ver cuál  de los dos hace la denuncia más contundente y espectacular sobre el narcotráfico, sus niveles de infiltración en los organismos de seguridad del Estado, o la complicidad del poder político y militar que le sirve de protección y garante a sus operaciones en el país.

Y eso no tiene mada de malo, siempre y cuando no se caiga en el tremendismo, la exageración maliciosa o se instrumentalicen esas denuncias con propósitos políticos, pues la sociedad dominicana necesita esas airadas voces, iracundas en ocasiones, que se atreven a llamar a las cosas por su nombre, para evitar dormirse plácidamente en sus laureles, mientras la infección provocada por el flagelo  avanza por el cuerpo social sin mayores obstáculos ni resistencias.

Curiosamente, donde menos resonancia tienen esas denuncias es en el propio gobierno de los denunciantes, donde se las considera altisonantes, exageradas o  productos del afán de protagonismo y figuración de sus autores, lo que explica que hasta ahora solo hayan recibido la indiferencia o el silencio como única respuesta. ¿Cómo debemos los ciudadanos interpretar  esa actitud tan pasiva? ¿Cómo calificar el inexplicable silencio del presidente Fernández frente al progresivo deterioro de la seguridad pública producto de los desmanes, aparentemente indetenibles, del narcotráfico, sus socios y protectores? Como la imaginación es libre, cada quien está en la absoluta libertad de utilizarla a su antojo para  llegar a sus propias conclusiones, empezando por la conclusión que parece estar  más a la mano: nos hemos convertido en –o vamos camino de– un Narco-Estado.

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