Mirar para otro lado.- Anda un estudio por ahí que dice –asómbrese– que los trabajadores haitianos que emigran a la República Dominicana por razones económicas son explotados por sus patronos, que se aprovechan de la extrema vulnerabilidad en que los coloca su status de ilegales. También señala ese estudio –espántese– que a esos haitianos cuando trabajan en la industria de la construcción se les paga menos que a los dominicanos, pero si se les ocurre quejarse los cancelan.
El estudio, patrocinado por la Confederación Nacional de Unidad Sindical (CNUS) y la Federación Nacional de Trabajadores de la Construcción y la Madera, revela también –sarcasmos aparte– otras realidades estadísticas, de esas que por ser tan obvias ni asombran ni espantan, pero mucho menos necesitan de un estudio para hacerse patentes, pero al menos sirven para recordarnos la seria amenaza que representa la imparable migración haitiana para nuestro mercado laboral. ¿O vamos a seguir mirando para otro lado?
¿Intolerancia? Elizabeth Mateo, una joven abogada –como ella misma se describe– preocupada por el clima de corrupción e impunidad que se vive en el país, se queja por haber sido cancelada de la Suprema Corte de Justicia por el hecho de pertenecer al movimiento cívico Toy Jarto Pero Creo en Mi País, pero mas que nada por haber participado en un acto de protesta en el que jóvenes lanzaron zapatos a varias figuras públicas, entre ellas el presidente Fernández y el doctor Jorge Subero Issa, con lo que entiende se ha vulnerado su constitucional derecho a la libre expresión. Tal vez el doctor Subero Issa no quiera bajar de su olimpo jurídico a dilucidar estas pequeñeces, tan propias de ciudadanos indefensos y sin amparo legal, pero sirva la ocasión para recordar que la intolerancia, como la mala hierba, crece siempre en los lugares más inesperados.