Los encantos del Príncipe.- Raudo y veloz tuvo que salir Guido Gómez Mazara a informarle a la opinión pública lo tratado con el presidente Leonel Fernández durante su breve pero muy comentado diálogo en Higüey, tras la celebración de los actos religiosos consagrados a honrar a la virgen de la Altagracia, pues la virulencia que caracteriza la lucha interna perredeísta hizo posible que tan pronto se conociera la noticia circularan en las redes sociales toda clase de versiones, algunas de ellas realmente perversas, sobre lo tratado en ese encuentro, en el que también participaron los dirigentes perredeístas Luis Abinader, Sergio Grullón y César Cedeño. Gómez Mazara explicó que el mandatario lo abordó de manera sorpresiva para solicitarle que escribiera el prólogo del capítulo dedicado a su padre, el mítico dirigente del Movimiento Popular Dominicano Maximiliano Gómez, El Moreno, como parte de una historia sobre la izquierda dominicana que la Fundación Global Democracia y Desarrollo encargó redactar a dos conocidas periodistas dominicanas, petición que –dice– aceptó gustoso. ¿Cómo decirle que no a un Presidente de la República y mucho menos a una petición de esa naturaleza? Una de las cualidades más resaltables del presidente Fernández, tal vez porque a ella debe gran parte de su éxito como político, es su habilidad para halagar los oídos de sus interlocutores, de cortejar su vanidad con el elogio sutil y oportuno, todo eso unido a su don de gente y proverbial amabilidad y trato cálido y afable. Claro está, no estoy insinuando aquí que un hombre como Guido, de convicciones firmes y propósitos bien definidos, se dejará embaucar o seducir por esa magia, como ha ocurrido con tantos otros, pero ninguna duda tengo de que su acercamiento al Príncipe, aún sea por razones estrictamente literarias, servirá para que sus adversarios dentro de la olla de grillos en que ha devenido el PRD practiquen el tiro al blanco con su controversial figura.