Colmadones.- Los colmadones son, hoy por hoy, parte de la cultura de diversión de los dominicanos, que decidieron improvisar un espacio para compartir unos tragos entre amigos dada la imposibilidad de hacerlo en bares, restaurantes y otros establecimientos absolutamente fuera del alcance de sus bolsillos. El problema es que, como todos sabemos de sobra, los populares y concurridos colmadones son también escenarios frecuentes de riñas y reyertas, con su consecuente saldo trágico, pero igualmente fuente de perturbación para la tranquilidad y el sosiego de quienes tienen la desgracia de residir en sus alrededores.
La secretaría de Interior y Policía cree haber encontrado la solución a ese problema, reduciendo de paso los preocupantes índices de violencia que exhibe la sociedad dominicana: un anteproyecto de ley que no solo reduciría los horarios de venta de esos negocios, sino que prohibiría también que sirvan bebidas a sus clientes. Claro está, tan pronto se conoció la noticia, por boca de una subsecretaria de la cartera, se produjeron las consabidas protestas de los propietarios de esos negocios, que argumentaron que se irían a la quiebra si ese anteproyecto se aprueba, y ni qué decir de sus clientes, a los que se privaría de su espacio de chercha y diversión favorito.
Ese inmediato y contundente rechazo explica el repliegue táctico del doctor Franklyn Almeyda Rancier, quien aclaró que ese anteproyecto de ley será sometido a un amplio debate público antes de ser enviado al Congreso Nacional y que por ahora no se piensa tomar ninguna decisión al respecto, pero no se atrevió a decir que, políticamente hablando, no es una buena idea tratar de poner en marcha un proyecto de ley tan controversial en un año de elecciones.