Denuncias recurrentes.- La denuncia de que agentes de la DNCD colocan drogas a jóvenes que nada tienen que ver con el microtráfico o el consumo de sustancias prohibidas para luego extorsionar a sus familiares no solo es recurrente en el ensanche Capotillo, donde el pasado viernes se produjeron violentas protestas a causa de lo que dirigentes comunitarios definieron como apresamientos injustos y abusivos, sino en otros barrios considerados calientes, pues no solo son una forma de intimidación y de control sino también un buen negocio, aunque vale aclarar que el contubernio con dueños de puntos de drogas, a los que cobran peaje por permitirles operar, es mucho más rentable. Lo peor del caso es que la Policía Nacional también incurre en una práctica semejante cuando realiza sus acostumbradas redadas, donde el único requisito para ser un sospechoso y caer preso es ser joven, pues al igual a como ocurre en Capotillo con las quejas sobre el comportamiento de los agentes de la DNCD nadie les pone atención ni les busca remedio, probablemente porque esos excesos provienen de la propia autoridad. A estas alturas no habría ni que decirlo, pero de vez en cuando –como ahora– conviene recordarlo: no todo el que vive en un barrio es un delincuente o un narcotraficante, aunque a juzgar por esas reiteradas denuncias cualquiera diría que en la Policía y la DNCD están convencidos que de sí. ¿Será porque apresar delincuentes y narcotraficantes, sean estos falsos o verdaderos, resulta un buen negocio?
Buena noticia.- El llamado Lunes Negro convocado por organizaciones religiosas para protestar por la designación de James Brewster, un conocido defensor de los derechos de los homosexuales, como embajador de los Estados Unidos en el país, fue un fracaso. Se trata, vale la pena recalcarlo, de una buena noticia que hay que recibir con beneplácito. Después de todo, no estamos tan mal.