Normas sísmicas.- Llama la atención la gran cantidad de escuelas que, de este lado de La Hispaniola, fueron afectadas por el sismo que el pasado martes devastó Puerto Príncipe, que según la última cuenta de las autoridades de la Secretaría de Educación son ya 111 en distintos puntos del país, algo que debería ser motivo de profunda preocupación. El diputado Alejandro Montas, vocero de la bancada peledeísta y ex presidente del CODIA, dice que de producirse de este lado de la frontera un terremoto de la magnitud (7.3 en la escala de Richter) del que asoló Haití los daños no serían tan severos, pues aquí los constructores hacen una correcta aplicación de las normas sísmicas exigidas por la Dirección General de Edificaciones, amén de la incuestionable capacidad de los profesionales de la ingeniería dominicanos. Ignoro, como lego en la materia, hasta dónde tiene razón el legislador para hacer una afirmación tan categórica y dudo mucho que alguien quisiera tener la oportunidad de ponerla a prueba, pero al ver lo que ocurrió con todas esas escuelas cualquiera diría que esas normativas no se aplican con tanto rigor como se proclama a boca llena.
Una falla del sistema.- Así fue calificada por el indignado personal médico del hospital Robert Reid Cabral la muerte de un niño de tres años mordido por un perro con rabia, tras permanecer ocho días en cuidados intensivos. El pequeño Cristian Díaz fue mordido a finales de noviembre, y lo que se dice es que los familiares se limitaron a matar el animal y no lo reportaron el Centro Antirrábico. Sin embargo, la abuela del menor asegura que lo llevó de inmediato a ese centro, pero que allí no lo vacunaron. Poco importa saber, tras la inútil muerte del pequeño Cristian, quién dice la verdad, pero mientras haya mas de un millón de perros realengos sin vacunar vagando por ahí estaremos lamentando, en pleno siglo XXI, fallas del sistema tan costosas.