Tonty en su laberinto.- No es lo mismo llamar al Diablo que verlo llegar, una vieja y conocida verdad que está sufriendo en carne propia Tonty Rutinel, quien acaba de ser trasladado desde la cárcel del Palacio de Justicia de Ciudad Nueva a Najayo, en San Cristóbal, pues su resistencia a firmar los contratos que validan su libertad bajo fianza no le dejó otro camino a la Fiscalía del Distrito Nacional que cumplir con el mandato de la ley.
El ex senador perredeísta fue instalado en una de las celdas destinadas a los extraditables por razones de seguridad (y supongo que también por comodidad, pues por mas que se queje Tonty nunca ha sido tratado como un preso cualquiera), pero lo que se dice es que está muy deprimido y que ya empieza a padecer los rigores del encierro y la separación de su familia y amigos. Lo peor del caso es que no tiene a quién culpar de su desgracia, a menos que reconozca que ha sido su propia terquedad la que lo ha colocado en una situación tan desagradable, ni puede contar tampoco con la solidaridad de sus amigos políticos, que no han querido quemarse defendiendo a alguien acusado de un delito tan mal visto socialmente y mucho menos en tiempos de elecciones.
Su estrambótica denuncia de que es víctima de una conjura política lejos de ayudarle le ha perjudicado, y la estrategia de su abogado de solicitar al Quinto Juzgado de la Instrucción del Distrito Nacional que ordene su libertad pura y simple y se retiren las medidas en su contra tiene pocas probabilidades de prosperar, pues en la práctica equivale a un descargo que permitiría al ex senador pasar de agresor a víctima. ¿Es así como va terminar ese culebrón de mal gusto? Lo dudo mucho. Atrapado en un laberinto en el que se ha metido por voluntad propia, el controversial político debería aprovechar este mal momento, las ideales condiciones para la reflexión que le impone el encierro, para extraer una lección positiva para su vida y los suyos. Le regalo el consejo.