Qué se dice

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Próceres
Mientras unos sostienen que el general Pedro Santana es el gran incomprendido de nuestra historia republicana, la espada decisiva, y no Gregorio Luperón, de la guerra restauradora que nos devolvió la independencia, otros opinan que la colocación de su busto al lado de los restauradores Antonio Duvergé, María Trinidad Sánchez y José Joaquín Puello, como podrá verlos todo el que visite el recién inaugurado Bulevard de Los Próceres, en Santiago, es una verguenza histórica, tratándose del hombre que no solo mandó a asesinar a varios de nuestros patriotas más auténticos, entre ellos a José Joaquín Puello y Francisco del Rosario Sánchez, sino que sometió a humillantes maltratos al patricio Juan Pablo Duarte y su familia.

Así anda de encendida la polémica desatada en Santiago tras la decisión de colocar al general Pedro Santana en ese bulevard, construido por las Fuerzas Armadas para rendir homenaje a los próceres de la Restauración, polémica que a lo mejor, tras unos cuantos escarceos, dimes y diretes, se esfumará -como los fuegos fatuos- con la misma celeridad conque se inició.

Quedará, sin embargo, el mal sabor de boca, y un mensaje que no puede ser peor: al cabo de todo el tiempo transcurrido, de la sangre derramada y los ideales traicionados, todo da lo mismo, pues al final, como acaban de confirmar nuestros preclaros historiadores, todos terminamos metidos en el mismo saco; prohombres y canallas, héroes y villanos, víctimas y victimarios.

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El informe

«Las políticas comerciales injustas de los países ricos -dice en sus primeras líneas el cable de la AFP fechado en Viena- impiden el crecimiento de los países pobres». Pero eso no lo dice, contrario a lo que pudiera creerse, el presidente cubano Fidel Castro, quien nunca ha tenido pelos en la lengua cuando de criticar a los poderosos se trata, ni tampoco el coronel Hugo Chávez Frías, quien ha utilizado su incendiaria retórica anti imperialista como ariete ideológico de su delirante revolución bolivariana.

La afirmación, tajante y contundente, está contenida en el más reciente informe sobre desarrollo del Programa de Naciones Unidas para el Desarollo (PNUD), presentado ayer, de manera simultánea, en Nueva York y Viena. «Las barreras comerciales que enfrentan los países en desarrollo que exportan a los países ricos son, en promedio, tres veces más elevadas que las que rigen los intercambios entre paises ricos», machaca el informe. ¿Servirá el Tratado de Libre Comercio con Estado Unidos y Centroamérica que nuestros diputados acaban de ratificar, en vigencia a partir de enero del 2006, para poner fin a esa inequidad tan perjudicial para nuestras pobres economías? Si no nos desesperamos, muy pronto conoceremos esa respuesta.

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Elogio a Fidel

A propósito del dichoso Informe Sobre Desarrollo Humano 2005 del PNUD, menos mal que no todas las noticias son malas. Siete países latinoamericanos figuran en el grupo de los que presentan el más alto desarrollo del mundo, según una clasificación que empieza por Noruega y cierra, en el último lugar, Niger. A la cabeza de esos países latinoamericanos que se codean de tú a tú con el Primer Mundo figuran, encabezando la lista, Argentina, el más desarrollado del continente, seguido por Chile, Uruguay, Costa Rica, Cuba, México, y Panamá. Llama la atención que en esa relación aparezca precisamente Cuba, estrangulada por un bloqueo económico inmisericorde durante más de cuarenta años, pero donde a pesar de los pesares algo finalmente funcionó, para beneficio del pueblo cubano, aunque no se contara con el permiso ni la aprobación del Gran Imperio del Norte.

Así que nadie se escandalice si al leer la noticia que motiva estos comentarios algún lector, llevado por las emociones, olvida la compostura y grita al viento un sonoro y rotundo ¡Viva Fidel!

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