QUE SE DICE
Actuar en consecuencia

QUE SE DICE <BR>Actuar en consecuencia

Los nuevos récords con que se iniciaron los precios del petróleo esta semana en Nueva York, llegando el barril a casi 64 dólares, deberían tener sobre la conciencia del país el efecto de un sismo por ser esta una economía importadora neta de combustibles fósiles. Lo que no ha impedido hasta ahora que el Estado y muchos entes privados mantengan unos patrones de consumo muy desinhibidos.

Suele admitirse que la nación está obligada a comedirse en el uso de crudos y derivados que han pasado a unos valores que las actividades productivas apenas resisten. Sin embargo, no han sido visibles los efectos prácticos que deberían derivarse de ese supuesto convencimiento. Lo estremecedor de la tendencia alcista del hidrocarburo es que la colectividad tendrá que enfrentarla con algo más que austeridad en materia energética, y habrá que ser comedido también en otras actividades empresariales u hogareñas.

El impacto negativo del encarecimiento del petróleo tendrá creciente influencia sobre el mercado cambiario. La racionalidad, para todos los fienes,en el uso de divisas es lo único que evitaría alzas severas sobre muíltiples áreas de la economía.

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Ententes pasajeras

Monseñor Agripino Núñez Collado es –en palabras del expresidente Hipólito Mejía- un «dialólogo», que en su folclórico léxico querría decir: experto en limar antagonismos y aproximar a entidades e individuos. Bastante ha llovido desde que el rector de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra se entregó por primera vez a las funciones de «desfacedor» de entuertos, prestando importantes servicios al país.

En algunos episodios los resultados han sido provechosos y duraderos. En otros, la inquina o el desdoblamiento de alguna parte negociadora estropeó procesos y las ententes duraron menos que una cucaracha en un gallinero. No obstante, los fracasos no deben conducir a la inhibición. Frustra mucho, eso sí, que cuando todavían estén frescos los detalles de algún aparente triunfo de la armonía, los contendientes de tales o cuales conflictos resten nivel al debate con el uso recíproco de la desconsideración y el empleo de fuertes epítetos.

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Cooperar… pero cómo

Hay una exhortación que pasa de boca en boca y aparece con frecuencia en las evaluaciones individuales y de organismos sobre el problema de la delincuencia y en las sugerencias que se formulan para enfrentarla. Se ha insistido en llamar a todos los ciudadanos a «unirse y cooperar en la lucha contra el crimen». Dicha resulta una recomendación insuficiente. Si las llamadas ejecuciones «extrajudiciales» y la mano dura –que aquí ha regido siempre- no han hecho retroceder al delito, menos va a lograrse con declaraciones de intención o propuestas huecas. Además de organizar eficientemente a la Policía, hay que instruir a la comunidad sobre las medidas que debe tomar para que la prevención y la persecución del crimen sean efectivas.

Los ciudadanos deben estar motivados y alerta para la preservación de sus propias vidas y bienes, además de estar conscientes de que deben comunicar a las autoridades toda información que poseean y que pueda contribuir a detener a algún sospecho o enfrentar a un malhechor. Debe existir otras formas de cooperar y de unirse contra el crimen, pero se necesita que los guardianes de la ley las tengas claras y las divulguen.

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