En un sector de la oficialidad de la Autoridad Metropolitana de Transporte (AMET) habría en estos momentos cierta desmoralización que trasciende a la prensa en conversaciones privadas. Todo porque en los últimos tiempos funcionarios de alta categoría e influencia están desbordados en eso de interceder para que dejen eso así después que los Amet han procedido contra infractores de la ley de tránsito. La clásica cuña del tráfico de influencia que fomenta tratamientos de inmunidad. Es la penosa contribución de algunos políticos de arriba que con su injerencia siguen impidiendo que en este país la ley entre por casa. A nadie debe sorprender entonces que personajes que ganaron la fama de infranqueables por negarse a cogerles llamadas telefónicas a padrinos de gente enllavada y en falta, como el general Pedro Candelier, aparezcan en las encuestas en buenos lugares de la estimación pública.
Bofetada a la indolencia
Angel Ramón Sosa tomó su cruz e hizo camino al andar, y su gesto prendió en la opinión pública. Así de sencillo ha sido este fenómeno de un contestatario que salió del más absoluto anonimato y avanzó a pie desde su lejano Dajabón para llegar en persona hasta el centro del poder con una petición de obras para su patria chica. La ciudadanía no supuso que lo hacía por figureo o efectismo. No se trataba de una alharaca en busca de cámara. Por el contrario, lo que rápidamente comenzó a verse es que sus reclamos son justos. Su caminata ha sido un grito contra la indolencia y la centralización que en materia de inversiones públicas produce un desequilibro en la distribución de obras entre la capital y las provincias. A veces, el destino de una comarca está demasiado ligado a una simple carretera que permita la fluidez del transporte entre ese lejano punto perdido y el resto del mundo. Y sin embargo, el sentido excluyente de quienes deciden ni siquiera se ocupa de ese problema vial. Sosa es expresión de la rebeldía sin huelgas ni quemas de neumáticos, sin piedras ni tiros, de la gente humilde de este país.
Incongruencia
Una concesión innecesaria y con sabor a populismo se expresa en el decreto que impuso la sana y constructiva restricción a la venta de alcohol a partir de determinadas horas pero que establece una excepción para días feriados. A veces las autoridades hacen cosas buenas que luego desbaratan con los pies. El cierre a horas fijas de centros nocturnos ha ejercido una influencia positiva para la recomposición de la vida pacífica, y a este control se debe en parte el que haya menos víctimas de todo tipo de violencia. Obra como una pauta para el comedimiento y la moderación de consumos que son dañinos a la salud. Por eso las encuestas revelan un altísimo índice de aprobación ciudadana a las nuevas medidas dictadas del gobierno para que haya más paz y orden. Lo que seguramente desaprueba todo el mundo es a que desde el poder se den señales de vacilación, debilidad e incongruencia.