El Bloque Progresista,  que muchos creíamos había pasado a mejor vida (políticamente hablando, desde luego), ha salido de su larga y silenciosa hibernación para rechazar la petición de un grupo de intelectuales  y ciudadanos de que el presidente Danilo Medina renuncie  a su cargo como solución a la “graves crisis” por la que atraviesa el país a causa del escándalo Odebrecht. Maritza López de Ortiz, del Partido Acción Liberal; Emilio Rivas, del Movimiento Democrático Alternativo; Jorge Zorrilla Ozuna, del Movimiento Cívico Renovador,  y Luis Acosta –El Gallo — Moreta, de la Unión Demócrata Cristiana, calificaron la petición,  contenida  en un manifiesto público que también pide que se convoque nuevas elecciones y se produzca otra reforma constitucional,  como un tremendismo que solo busca romper el orden constitucional, poner en peligro la estabilidad de la nación y abrirle el paso al caos y el desorden. La solicitud de esos intelectuales y ciudadanos, a los que se acusa de querer  pescar en las revueltas aguas de la movilización ciudadana que ha provocado la Marcha Verde contra  la corrupción y la impunidad, ha recibido unánime rechazo, como era de esperarse de una sociedad que a pesar de los pesares, sobre todo de los que le provocan los políticos, todavía está en sus cabales. Conviene que también la dirigencia de la Marcha Verde ponga distancia del contenido  y el propósito de ese manifiesto y que lo haga de manera pública, y evitar así que sus  detractores, que no han perdido el tiempo atribuyéndole su paternidad  “a los verdes”, lo utilicen para descalificar y desacreditar el movimiento. Y, sobre todo, que se mantenga en alerta permanente, pues bajo su verde y ancha sombra van a cobijarse, juntos y reburujados, los mansos y los cimarrones, pero  también los mas peligrosos de todos: los insensatos que, incapaces de entender la lógica de la democracia, se  desesperan, y a Dios que reparta suerte y cordura.