Qué se dice 
Alianzas

Qué se dice  <BR><STRONG>Alianzas</STRONG>

Después de que el PLD y el gobierno se alzaron “con todos los poderes” en los comicios de mayo pasado parece poco lo que hay que discutir o analizar a propósito de la conveniencia de mantener la mancuerna electoral entre perredeístas y reformistas, la llevada y traída Alianza Rosada, pues resulta evidente que una oposición fuerte y bien cohesionada es lo que más conviene a esta democracia, necesitada de un contrapeso más seguro y confiable en el Congreso Nacional y los ayuntamientos que la “revolución democrática” que acaba de prometer el presidente Leonel Fernández y de la que todo está por verse. No es una casualidad que ande por ahí el rumor de que el gobierno intenta atraerse a emblemáticas figuras del reformismo a las que estaría ofreciendo importantes posiciones -la Liga Municipal Dominicana, por ejemplo- con el propósito, precisamente, de sabotear la continuidad de esa alianza, una bellaquería que aislaría peligrosamente al menguado PRD surgido de los comicios, pero que también lo dejaría sin capacidad de respuesta a la andanada de procesos judiciales contra varios de sus dirigentes que viene zumbando por ahí.

Sed de venganza

  El doctor Domingo Porfirio Rojas Nina, Alto Comisionado de los Derechos Humanos, declaró ayer que los que mataron a la joven estudiante Vanessa Ramírez Faña, acribillada a balazos para robarle un celular, no merecen vivir. Duras palabras venidas de un hombre conocido, en su trayectoria pública, por ser un firme defensor de la vida y la dignidad de la persona sin importar quien sea ni su condición, pero es probable que solo esté siendo portavoz de un sentimiento colectivo parido por la indignación y la sed de venganza. Un “intercambio de disparos”, como sugiere Rojas Nina, que ponga fin a la existencia de esos desalmados no resolverá el problema de la inseguridad ciudadana ni tampoco le devolverá la vida a Vanessa, pero sería casi un acto de justicia que esta sociedad aplaudiría. ¡Así de mal estamos!

Ni tan fiero

  La declinación de sus aspiraciones presidenciales de cara a las elecciones del 2008 es lo más parecido a un mea culpa que los perredeístas recibirán de su actual presidente, el ingeniero Ramón Alburquerque, cuya cabeza, junto a la de Orlando Jorge Mera, quieren ver rodar quienes dentro del PRD desean aprovechar el ventarrón de la derrota electoral para barrer con sus actuales autoridades. Alburquerque no solo reconoce, como presidente del PRD, su responsabilidad por todo lo bueno y lo malo que allí ocurrió en los últimos diez meses sino que promete dedicar todas sus energías y su talento, que es mucho, a reconstruir la imagen del PRD, a reorganizar sus fuerzas, pero también a propiciar el clima de autocrítica que permita enmendar errores y corregir rumbos de cara al futuro. El león, por algún motivo, ya no ruge tan fuerte como antes. ¿Se habrá enterado de la derrota?

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