Este es un aviso público que, dada su utilidad, puede ser considerado también como un buen consejo para funcionarios, legisladores y demás hierbas aromáticas, sobre todo si ese aroma, o más bien tufo, apesta a corrupción: absténganse de asistir al play, a un concierto o a cualquier lugar público donde se aglomeren muchas personas, pues corren el riesgo de convertirse en blanco de las protestas de manifestantes que han prometido “no dar tregua” a los funcionarios corruptos en cualquier lugar público que se encuentren. Fue lo que hicieron la noche del pasado martes en el Estadio Quisqueya, donde jóvenes portando camisetas blancas con la inscripción “Camacho Corrupto” protestaron “en contumacia” contra el presidente de la Cámara de Diputados por haber mandado a meter preso a un fanático que lo llamó corrupto durante el juego Licey y Escogido del pasado domingo. El abuso de poder, que provocó indignación y repulsa en las redes sociales, se ha convertido en catalizador del “tremendo cansancio” del modelo peledeísta que evidencia la sociedad dominicana, cansancio que ya se expresó de manera contundente con el movimiento Marcha Verde y sus manifestaciones multitudinarias de rechazo a la corrupción que ha sido la marca de fábrica, el sello distintivo, de los gobiernos del PLD. Claro está, cuando Radhamés Camacho, embriagado de prepotencia, mandó a trancar al insolente que se atrevió a sacarle en cara su inexplicada riqueza, no calculó que su acción tendría efectos tan negativos para su propia imagen, la del Gobierno y el partido al que pertenece. Ni que expondría a sus colegas diputados y demás funcionarios al escarnio de que los llamen ladrones y corruptos en público, delante de sus familiares y amigos, que por culpa de la vergüenza sufrida no podrán olvidar nunca un mal momento que, para colmo, puede convertirse en viral en las omnipresentes redes sociales.