Qué se dice
Calvario electoral

Qué se dice <BR><STRONG>Calvario electoral</STRONG>

Aunque mucha gente dirá que es «normal», dentro de los muy particulares parámetros criollos, todo lo que ocurre alrededor de las elecciones que acabamos de celebrar, no hay que llegar al extremo de voltear la cara para no ver que estamos al tris de una crisis post electoral, otra de las tantas en nuestro largo y accidentado camino hacia la democracia plena, con dos nuevos muertos a causa de las rivalidades políticas, lo que eleva a ocho el número de muertes violentas desde el pasado 16 de mayo, y las principales fuerzas políticas en disputa acusándose mutuamente de la comisión de una serie de fraudes y truchimanerías que ruborizarían al más tolerante de los demócratas. Entretanto el juez Nelson Gómez, presidente de la Cámara Administrativa de la JCE, anunció ayer el nombramiento de 60 nuevos funcionarios que viajarán al interior del país a resolver los problemas presentados con las actas «mal cuadradas» por un personal incompetente, responsable de la lentitud en la llegada de las actas a la JCE y por tanto también de la emisión de los boletines, pero no dice cuándo -tal vez porque ni él mismo lo sabe- concluirá el calvario electoral que mantiene a este país al borde de un ataque de nervios.

Un problema conocido

  Lo peor del caso es que la «falta de instrucción» del personal que laboró en los colegios electorales fue también factor de retraso en las pasadas elecciones presidenciales, al igual que las congresionales y municipales del 2002, por lo que los responsables de organizar el proceso electoral no pueden alegar ahora sorpresa o desconocimiento, pues se trata de un problema que se viene arrastrando de lejos. La JCE, ciertamente, «entrenó» al personal utilizado en estos comicios, pero es evidente que ese personal no aprovechó el entrenamiento, fuera porque no tenía el suficiente nivel académico, los cursos fueran muy cortos en el tiempo o cualquier otra razón posible. Esta nueva mala experiencia indica, nueva vez, que la capacitación del personal a utilizar en las elecciones, sean presidenciales o de medio término, no puede estar sujeta a la improvisación o el famoso «ventú» que utilizan nuestros músicos populares cuando se les presenta la necesidad, sino que debe ser una solución a largo plazo, de carácter permanente, como bien podría ser la creación de un servicio civil electoral bien remunerado y del que el ciudadano o ciudadana se sientan orgullosos de pertenecer.

Los agalluses

  Fue aplazado ayer, por enésima ocasión, el aumento del pasaje del transporte público de pasajeros que desde hace días vienen cocinando los transportistas y la Oficina para el Reordenamiento del Transporte (OPRET), esta vez debido al clima de incertidumbre que vive el país tras las elecciones. Será entonces la próxima semana cuando se dé a conocer la nueva tarifa que regirá, tal y como anunciaron ayer Ramón Pérez Figuereo y Antonio Marte, que consideran este nuevo aplazamiento como una demostración mas de que los choferes no están interesados en perjudicar a la población con un nuevo aumento del pasaje. ¿Y saben a qué obedece tanta consideración hacia el noble y sufrido peatón? A que esperan convencer al ingeniero Diandino Peña de que asuma una parte, a manera de subsidio, de los «costos operacionales» de los vehículos públicos. Eso se llama, en buen dominicano, tener agallas.

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