Como si los apresamientos que se han producido como consecuencia de las investigaciones del Ministerio Público como parte de la “Operación Coral” no fuera suficiente para poner a prueba el temple de exfuncionarios civiles y militares del pasado gobierno que tienen una cola tan larga que no saben dónde ni cómo esconderla, ahora resulta que César el Abusador, preso en Colombia acusado de narcotráfico, llegó a un acuerdo con las autoridades norteamericanas a las que ha revelado los nombres de los cómplices que lo ayudaron a mantener operando su estructura criminal durante tantos años.

Otra prueba más, dirán por ahí, de que las desgracias nunca llegan solas, sobre todo cuando se está en la oposición, sin padrinos poderosos que le arreglen su mundo, y un Ministerio Público independiente que no cree en cuentos.

Además de César el Abusador (¿o deberíamos llamarlo ahora César Garganta Profunda?), otras 20 personas cumplen medidas de coerción acusadas de ser parte de su organización, que según la acusación movilizó mas de 3,500 millones de pesos. Es evidente que en ese grupo no están todos los que formaron parte de la red que dirigía, ni todos los que irán a pasarse unas vacaciones con los gastos pagados a cárceles norteamericanas como consecuencia de sus delaciones.

Pero habrá que esperar el resultado de esas diligencias, bastante adelantadas debido al interés en el caso que ha mostrado la administración Biden, para conocer los nombres de los cómplices y protectores de la red del que fue bautizado “el Pablo Escobar del Caribe”.

Para aquellos que por tener hechas tienen razones para sospechar que pueden estar entre los señalados esa espera será una mortificante tortura a la que podrían buscarle algún alivio con ansiolíticos o alcohol, que en los peligrosos tiempos que vivimos no solo puede matar las penas y las preocupaciones sino también a los que se lo beben.