El alboroto que provocó en medios de comunicación y redes sociales la circular de la Gerencia del Servicio Regional de Salud Norcentral Segunda, en la que conminaba a sus empleados a asistir, “con carácter obligatorio”, a los actos oficiales que encabezó el presidente Danilo Medina en Santiago con motivo de la Batalla del 30 de Marzo, debió convencer a los ideólogos de esa muestra de respaldo forzoso al mandatario (porque esa era la intención) de que fue una pésima idea. Extrañamente no fue así, pues la funcionaria que firmó esa circular, muestra fehaciente de que los usos y abusos del trujillismo perviven en nuestra administración pública, reaccionó sorprendida del “maremoto” que provocó, probablemente convencida de que no hizo nada malo. Y todo eso es consecuencia, según me cuentan, de la demostración que dio en esa ciudad el Movimiento Verde, lo que tiene nerviosos y desasitiados a los funcionarios del Gobierno locales, que no saben qué hacer o inventar para “desagraviar” a su jefe político. Como también lo fue el exceso de tratar de impedir, en ese mismo acto, que disfrutaran del desfile militar quienes iban vestidos con algún atuendo de color verde, pues la cosa no puede ser para tanto ni es lo que se acostumbra en las sociedades democráticas. Porque se corre el riesgo, si les dejamos pasar ese exabrupto autoritario absolutamente inaceptable, de que comiencen a prohibir que la gente vista de verde en los actos oficiales y oficinas públicas, y terminen metiendo preso al infeliz que cometió el delito de comerse una ensalada verde cerca del presidente Medina, quien a juzgar por el comportamiento de algunos de sus funcionarios parece haber desarrollado una alergia crónica a ese color tan de moda.