Entre cuento y cuento, y una declaración pública de su presidente revelando que el principal organismo fiscalizador del Estado dominicano carece de recursos para realizar determinadas auditorías, los miembros del pleno de la Cámara de Cuentas se aumentaron a sí mismos sus salarios. El aumento del presupuesto del organismo para el 2018 hizo posible que quien preside la Cámara de Cuentas, que “solo” ganaba RD$350,000, en lo adelante cobre RD$423,500 cada mes, en tanto el resto de sus miembros titulares recibirá un ajuste en sus salarios de RD$65,793.84. Algún ingenuo ciudadano pensará que los agraciados, en su mayoría pertenecientes al PLD, estarán ahora mas motivados para cumplir con sus responsabilidades, pero también tiene derecho a esperar que las auditorías supuestamente empantanadas por las limitaciones de recursos, como las que realiza a las obras de infraestructura que levantó en el país la constructora brasileña Odebrecht, saldrán por fin a camino, pues se supone que ya no hay excusas para continuar con el mamoneo. Pero también tiene derecho a preguntar, ese ingenuo ciudadano, si con el aumento de su presupuesto la Cámara de Cuentas dejó de ser una institución indigente, como la describió su presidente, Hugo Álvarez, durante una reunión que sostuvo el año pasado con la Comisión de Justicia del Senado, de la que habría que esperar resultados más oportunos que puedan ser utilizados en la persecución penal de los depredadores de la riqueza pública. Como por ejemplo la auditoría que inició en la OMSA luego del escándalo de corrupción que destapó el asesinato vil del abogado Yuniol Ramírez, que parece estar en estado de hibernación a la espera de que el caso se enfríe, o que la “jurisprudencia de la corrupción” instalada en nuestro sistema de justicia encuentre un bajadero que libre de todo mal a su destituido director, el dirigente peledeísta Manuel Rivas.