La fotografía publicada ayer en la primera plana de los principales periódicos, en la que aparecen la embajadora de Estados Unidos en el país, Robin Bernstein, y el presidente del TSE, Román Jáquez Liranzo, durante una visita de la diplomática a esa alta corte dice mas que mil palabras, por lo que bien pudo ser publicada sin que la acompañara ningún texto explicando cuándo, dónde y porqué se produjo el encuentro y todo el mundo hubiera comprendido el mensaje, empezando por sus destinatarios directos. Que no son otros, por si algún despistado todavía no sabe de qué estamos hablando, que quienes estuvieron amenazando y ejerciendo presiones, de manera directa o indirecta, sobre el presidente del TSE para obligarlo a rectificar la sentencia que anuló la convención del PRD. Desde luego, como hay que guardar las formas y cubrir las apariencias la crónica que acompañó la fotografía enviada a los periódicos señala que Bernstein y Jáquez Liranzo conversaron sobre los retos que tiene por delante el tribunal con la celebración de las primarias de los partidos de cara a las elecciones del 2020, así como su posicionamiento internacional en el ámbito electoral global. Suena bonito y, para los fines de lugar, resulta la coartada perfecta, pero tanto los destinatarios del mensaje como el resto de la sociedad dominicana estamos perfectamente conscientes de lo que significa el espaldarazo de la Embajadora, quien previamente visitó a monseñor Francisco Ozoria, arzobispo de Santo Domingo, y no precisamente para confesar sus pecados o degustar una hostia. De ahí en adelante el que quiera equivocarse está en todo su derecho, pero que sepa desde ahora que no podrá alegar ignorancia ni pedir cacao cuando le quiten la visa.