Con razón hay tanta gente convencida de que el expresidente Hipólito Mejía tiene “atravesado”, como decimos en el Cibao, al también expresidente Leonel Fernández, a quien ha convertido en el rival al que le gustaría volver a enfrentar –como ha confesado públicamente– en unas elecciones, lo que deja aflorar con mucha facilidad y a la menor provocación, como sucedió el pasado domingo durante su visita a la Feria Expo-Provisiones 2018. Allí, respondiendo preguntas de los periodistas, anunció que hará declaraciones que “nadie sabe” sobre el expresidente Fernández. “Leonel está muerto. No se preocupen, que yo voy a decir lo que nadie sabe sobre Leonel Fernández, y esas informaciones las voy a revelar cuando yo caliente la temperatura en las calles”. Lo que dice saber y promete revelar no puede ser nada bueno, y aunque un cercano colaborador del presidente del PLD ripostó de inmediato diciendo que el leonelismo no le teme a la “amenaza de Hipólito”, sus declaraciones pueden ser una espada de Damocles sobre sus aspiraciones, con el potencial de hacerlas naufragar en el escándalo como ya ocurrió con la sorpresiva entrada en escena de Quirino. ¿Es ese el propósito? ¿Aquella vez con un “Quirinazo” y ahora con un “Hipolitazo”? Sean cuales sean las respuestas lo cierto es que la “alcahuetada” de Hipólito, como la describió ese cercano colaborador, sirve mas a los intereses del danilismo y su necesidad de sacar de competencia a Leonel Fernández que a sus propios intereses o los del PRM. Esa coincidencia de intereses con el “enemigo”, como cuando declaró sus preferencias por las primarias abiertas contrariando la posición oficial de su partido, son fuente de perturbación para la dirigencia del principal partido de oposición, pero también envía señales confusas al país político, que ya empieza a preguntarse para cuál equipo está realmente jugando el Guapo de Gurabo.