Me atreveré a decirlo aunque parezca que exagero o que, en su defecto, muestro muy poca o ninguna confianza en nuestro sistema de justicia cuando se trata de juzgar a los poderosos, llámese políticos corruptos, narcotraficantes forrados de papeletas, o dirigentes de una federación del transporte con licencia para matar: si Yeni Berenice Reynoso, la joven y aguerrida fiscal que trajeron desde Santiago, no fuera la Fiscal del Distrito Nacional es muy probable que Blas Peralta, acusado junto a su chofer del asesinato del exrector de la UASD Mateo Aquino Febrillet, estaría suelto y haciendo de las suyas al frente de Fenatrado. El pasado jueves el Primer Tribunal Colegiado del Distrito Nacional, que preside la magistrada Ingrid Fernández, aplazó por segunda ocasión la apertura a juicio de fondo contra los implicados en el crimen, acogiendo una solicitud de la nueva defensa (ya la ha cambiado varias veces) del transportista, que alegó estar afectada de conjuntivitis. La reacción al nuevo aplazamiento de la Fiscal del Distrito Nacional, quien acusó a Peralta de burlarse de la justicia y pretender manejarla “como si se tratara de uno de sus camiones”, es una elocuente muestra de su determinación y firmeza para llevar este caso hasta donde tiene que llegar. “Blas Peralta, desde el principio, desde la medida de coerción, desde antes de ser arrestado, estuvo haciendo diligencias tendentes a que no se conociera el proceso, pero el proceso se va a conocer, y va a recibir su sanción”. Confiemos en que así será, por el bien de una sociedad que todavía no se recupera de la conmoción sufrida como consecuencia de un crimen tan gratuito como alevoso. Pero confiemos también en que la seguridad personal de Yeni Berenice esté garantizada, para que le ahorremos malos pensamientos a los que pueden ver en su firmeza y determinación un obstáculo para recuperar la libertad que no han podido comprar con el dinero y el chantaje.