La atención que casi en su despedida ha puesto el gobierno en el Instituto Oncológico Doctor Heriberto Pieter emerge como un punto luminoso de esta gestión pública. El Presidente Hipólito Mejía aportó recursos que hicieron posible trabajos de ampliación y rehabilitación de este meritorio centro de medicina especializada que está a cargo de un reconocido patronato, que además pudo adquirir nuevos equipos. Adicionalmente el mandatario entregó RD$10.3 millones para financiar tratamientos a pacientes pobres de cáncer, lo que seguramente servirá para aliviar mucho dolor, y asistir en duro trance, a gente proveniente de los sectores humildes que padecen problemas de salud que reclaman de la ciencia atención especial. En contraste, otra institución de valiosos servicios a la ciudadanía está, como se dice, cruzando el Niágara por causa de los apagones. El Instituto de Cardiología acaba de quedar sin sus dos plantas de emergencia que colapsaron por las prolongadas interrupciones y está forzado a cubrir el pago de alquiler de otra unidad para no descontinuar las cirugías a que se someten muchos dominicanos que no podrían cubrir costosos tratamientos en las clínicas tradicionales, dura situación para un centro asistencial de un alto nivel científico pero que para operar depende considerablemente del respaldo del Estado y de la generosidad y comprensión de otros sectores.
DE MAL EN PEOR
En un lapso de menos de 72 horas, la República Dominicana estuvo bajo los efectos de tres apagones generales y se mantiene el vaticinio en el sentido de que ocurrirían caídas similares del sistema en los siguientes días. Se ha explicado que el bajo nivel de generación acentúa la fragilidad de las redes y bancos de transformadores y hasta por el embate de ventarrones las pocas plantas que están funcionando pueden ser sacadas de línea por los mecanismos automáticos de protección. Con esta situación se cumple en gran medida lo que se presagiaba días atrás: que el sistema podría colapsar. Tres black out en tan poco tiempo reducen a cero la confiabilidad mientras el aumento de gastos por uso de plantas propias sigue golpeando sin misericordia a todo el sector indutrial y al comercio en general sometidos además a considerables pérdidas por mercancías dañadas y por continuo descenso de las ventas. La crisis eléctrica encarece costos y reduce muchas actividades y demanda de bienes y servicios. Se agrega que la inestabilidad del fluido eléctrico está dañando equipos industriales por todos lados. Ojalá se cumpliese, en lo inmediato, un viejo decir popular: nunca la noche es más oscura que cuando va a amanecer.
A ROMPER EL TOPE
Muchos apostaban ayer que el interés del gobierno, que originalmente dijo que solo expediría cheques hasta el pasado día diez, no puede haber resistido el peso de la realidad. En el tramo final de toda administración se agolpan muchos asuntos pendientes y crece la presión de los acreedores; y cuando se trata de proveedores o contratistas que son tales sobre la base de una muy estrecha relación con los que van a dejar el poder, las gestiones de cobro (y las esperanzas) no cesan hasta el último momento. Para muchos acreedores visto lo exausta que suponen a las arcas- esto es cuestión de cobrar ahora o arriesgarse a que las acreencias caigan en el saco del olvido, algo muy común cuando el Estado es el deudor. Ayer trascendió que uno de los directores de instituciones descentralizadas fue conminado a lograr, con el esfuerzo que sea, la terminación de una amplia instalación adicional a la sede que ha tenido a su cargo y que el Presidente Mejía está firmemente decidido a inaugurar, aunque solo pudiera ser a últimas horas del domingo. Se da por descontado que desde las finanzas públicas tendrán que fluir recursos para lograrlo, y no en poca cantidad.