Críticas habrá, desde luego, por el enfático uso de la primera persona que ha hecho el presidente Fernández al advertir al Congreso que no permitirá que un interés particular se imponga al interés general del país, como a su juicio han hecho los senadores al establecer exenciones fiscales al sector azucarero a cambio de la eliminación del impuesto a las bebidas que usan sirop de maíz, poniendo en peligro -de paso- la firma del TLC con Estados Unidos, la mayoría de la gente tal vez aplauda el empantalonamiento repentino del mandatario, de ordinario amable y cortés, conocida nuestra predilección por los gobernantes de «mano dura», de perfil autoritario, como nos lo recuerdan las encuestas de cultura política que se realizan con cierta frecuencia en el país. Y aunque nadie quisiera, porque siempre resultan odiosas, hacer comparaciones, lo cierto es que hay mucha distancia entre la enérgica advertencia del presidente Fernández a los legisladores y las intemperencias y groserías del ex presidente Hipólito Mejía, que no respetaban ni siquiera a las damas. Se trata, obviamente, de un problema de estilo, que habrá que respetar en cada quien. Mientras tanto tranquiliza comprobar que, en el caso del doctor Leonel Fernández, lo cortés -como bien dice el conocido refrán- no quita lo valiente.

Aires de Navidad

Si ya están los charamicos adornando las calles y en la radio suenan, hace rato, los merengues alusivos a la Navidad, nada tiene de extraño entonces que los aires navideños nos traigan también las infaltables funditas, canastas o cualquiera que sea el envase, forma o nombre con que se bautice esa conocida forma de clientelismo político que instituyó, para estas especiales fechas, el doctor Joaquín Balaguer, uno de sus aportes más valorados al arte de gobernar para siempre en estas tierras de pobre memoria y miserias eternas. El gobierno invertirá más de 400 millones de pesos en la distribución de poco más de 500 mil cajas con alimentos a igual cantidad de familias de escasos recursos en todo el territorio nacional, un programa que manejará directamente el Plan Presidencial contra la Pobreza, que se espera sea capaz de repartir esos alimentos entre los verdaderamente necesitados, sin importar el color de sus preferencias políticas. Después de ahí, solo es posible desear feliz navidad a los agraciados.

Más de lo mismo

Aunque con un poco de retraso, el país acaba de enterarse de que las anteriores autoridades al frente del Instituto Nacional de la Vivienda (INVI) entregaron al vapor, en el breve lapso de la transición, más de seis mil viviendas, muchas de ellas sin ni siquiera estar terminadas. La arquitecta Alma Fernández, sin embargo, no explicó a los periodistas qué hará para hacer frente a ese «problema social», cómo podrá el Invi recuperar esas viviendas propiedad del Estado dominicano, ni si habrá algún tipo de acción judicial contra los que propiciaron esas ocupaciones. Nada distinto, en realidad, a lo que han hecho antes otros funcionarios, a los que se ha escuchado denunciar una interminable retahíla de irregularidades y malos manejos administrativos durante el pasado gobierno, sin que esas denuncias, a pesar de la gravedad de muchas de ellas, pasen de ser un inventario inútil de desmanes en perjuicio de los bienes públicos. Con el agravante, preciso es decirlo, de que no hay señales a la vista que indiquen que las cosas serán diferentes a partir de las tardías revelaciones de la arquitecta Fernández.