Qué  se dice
De metros y catedrales

Qué  se dice <BR>De metros y catedrales

El padre Alemán, un hombre con gran sentido del humor, debe estarse riendo a carcajadas de la reacción oficial a sus críticas a la construcción del Metro de Santo Domingo, que el portavoz presidencial comparó con las magníficas catedrales que levantó la Iglesia católica en siglos pasados a pesar de la desoladora pobreza de su vasta grey de entonces.

¿Cómo va a ignorar una académico del calibre del sacerdote la historia de la Iglesia a la que ha servido, valga la aclaración, con bastante independencia de criterio como todo buen jesuita? La infeliz reacción del licenciado Roberto Rodríguez Marchena al calificativo de «tramposo» que le endilgó el padre Alemán al metro, probablemente pensando –como tantos de sus críticos– en la absoluta falta de transparencia conque el gobierno ha iniciado su construcción, no solo es una falta de respeto al sacerdote y a la Iglesia Católica –que no tiene velas en ese entierro– sino también una muestra palmaria de la orfandad de argumentos que exhiben algunos de sus defensores.

Colaboradores

  Ciertos colaboradores del presidente Fernández se ponen bravitos cuando se les señala su falta de sintonía con el discurso de su jefe político, sobre todo al momento de fijar posiciones públicas respecto a cuestiones en debate, cuando se les ve sorprendentemente distanciados del tono siempre respetuoso, moderado y caballeroso, del mandatario, a pesar de que ostentan calidad para hablar en su nombre o en el de su gobierno. Nadie se imagina al doctor Fernández descalificando a uno de sus críticos por hablar «burundangas», o sugiriendo entre líneas, también con ánimo de descalificar pero también de infamar, el alcoholismo de un rival político demasiado beligerante. Esa evidente falta de sintonía entre el gobernante y esos colaboradores es un asunto de interés público, por lo que mal podrían los que se sientan aludidos interpretar estas líneas como algo personal. Simplemente, que resulta chocante ver cómo lo que el presidente Fernández se empeña en hacer con las manos algunos de sus colaboradores insisten en desbaratarlo con los pies.

Error de apreciación

  Tanto la lógica como el sentido común indican que a la hora de embarcarnos en un invento que implicará un cambio tan radical en la forma de los dominicanos ejercer el sufragio como el voto electrónico se impone, necesariamente, cierta gradualidad, ir poco a poco como bien advierte el doctor Luis Arias, quien sin embargo se equivoca de cabo a rabo cuando le recuerda a Participación Ciudadana que es competencia exclusiva de la Junta Central Electoral y los partidos políticos tomar una decisión en ese sentido. ¿De dónde cree el doctor Arias que saldrán los recursos para financiar la implementación de esa costosa novedad electoral? Del mismo lugar –los exhaustos bolsillos de los contribuyentes– de donde salen los cuartos para que los políticos caravaneen en tiempos de campaña, así como los salarios, dietas y viáticos de los jueces electorales. La advertencia de Participación Ciudadana sobre los riesgos de utilizar el voto electrónico en mayo próximo, así como la de cualquier otra organización de la sociedad civil o persona en particular, no solo es válida sino también pertinente, pues no puede el doctor Arias ni nadie ignorar la importancia del actor principal de ese proceso: los electores, entiéndase los ciudadanos y las ciudadanas de este país.

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