QUE SE DICE
Denuncia incompleta

QUE SE DICE <BR>Denuncia incompleta

Hay que lamentar que el cese de hostilidades anunciado por el doctor Franklyn Almeyda, destinado a bajar el tono de la confrontación pública que venía sosteniendo con el mayor general Manuel de Jesús Pérez Sánchez, deje sin dilucidar asuntos muy serios denunciados por el Secretario de Interior y Policía, que una vez hechos públicos por un funcionario de su categoría no deberían quedar como otra denuncia mas para tirar al saco del olvido, así sea en nombre de la transparencia tantas veces invocada por este gobierno.

Siempre se ha sabido, porque es práctica habitual, conocida y pública, que una gran cantidad de agentes policiales son asignados a funcionarios, familiares y allegados, incluidas algunas novias muy queridas, pero se ignoraba -hasta que lo ha revelado el doctor Almeyda- que los oficiales superiores reciben beneficio económico, sacado de los bolsillos de los propios agentes, por asignar esos «servicios», mientras nuestros barrios sufren el acoso de una delincuencia a la que ninguna autoridad le planta cara.

Donde dije digo…

Lo peor del caso es que el doctor Almeyda, en su afán de restarle gravedad a esos pronunciamientos, ha querido salirse por la tangente insinuando que han sido los medios los responsables del peligroso rumbo que llevaban sus andanadas contra el jefe de la Policía Nacional, de quien el secretario de Interior y Policía es -al menos formalmente- su superior jerárquico, y nada más alejado de la verdad verdadera. Fue el secretario de Interior y Policía quien lanzó, durante un encuentro con la prensa celebrado en el Palacio Nacional, un aluvión de críticas contra la gestión del general Pérez Sánchez, cuestionamientos que luego repitió y amplió, como si lo dicho no fuera suficiente, durante el programa dominical del presidente Leonel Fernández. Si las implicaciones de esos pronunciamientos, recogidos, como era de esperarse, por los medios de comunicación, ahora preocupan al doctor Almeyda o al gobierno no es culpa de los medios, sino del funcionario que dijo lo que dijo en el momento y lugar menos indicados. Así que, doctor Almeyda, apunte para otro lado.

La prueba de fuego

A juzgar por los reportes hasta ahora recibidos puede decirse que los reformistas han salido airosos de su primera gran prueba de fuego al elegir, por primera vez en su historia, a sus principales autoridades a través del voto secreto y universal, en un proceso hasta ahora calificado por propios y extraños como ordenado y sin mayores incidentes que lamentar. Ni se acabó el mundo ni se produjo el caos tantas veces anunciado, debido -simple y sencillamente- a que los reformistas fueron a las urnas a ejercer un derecho del que eran muy conscientes, recordándonos -de paso- una lección que ya deberíamos tener aprendida; las bases de nuestros grandes partidos, esas masas irredentas y anónimas de la que se han servido a gusto nuestros políticos, suelen comportarse a veces con mayor madurez y sentido común que sus dirigentes. Toca ahora a la flamante dirigencia reformista mantenerse a la altura de toda esa gente que votó para verlos conducir por senderos nuevos el partido al que tanto brillo dio el doctor Joaquín Balaguer, pero más que nada para que vuelva a ser una fuerza política decisiva en la vida nacional.

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