¿Qué derecho tiene un grupo de choferes, supuestamente afiliados a la Confederación Nacional del Transporte (CONATRA), a desmontar a la fuerza a cientos de pasajeros, incluída gente que se dirigía hacia el Cibao, como parte de una «protesta» a causa de una ruta concedida por las autoridades a un sindicato rival? La vandálica actitud provocó la indignación de los choferes de los vehículos en los que se transportaban esos pasajeros, muchos de los cuales tuvieron que hacer uso de armas de fuego para impedir que se materializara el atropello. De todas maneras por lo menos 30 minibuses y automóviles resultaron con abolladuras y cristales rotos por culpa de la «protesta», amén del grave trastorno provocado al tránsito por la autopista Duarte. Dada la gravedad de los hechos, lo lógico es que hoy nos preguntemos cuántos de esos choferes están presos para ser puestos a disposición de la Justicia por alterar el orden público o destruir propiedad privada. ¿O piensan «dejar eso así», como ocurre siempre que se trata de los desmanes atribuídos a los nobles y sufridos obreros del volante?

Libre y olvidada

Cómo se nota que el síndico del Distrito Nacional, Roberto Salcedo, hace mucho que no se da una vueltecita por Villa Libre, en el Expreso V Centenario, donde las autoridades edilicias quisieron repetir la exitosa experiencia del Malecón Libre, convirtiendo ese espacio peatonal en un lugar para el sano esparcimiento de sectores tan tradicionales de la Capital como Villa Juana, Villa Consuelo y Villas Agrícolas, entre otros barrios. Sea por falta de seguridad, de entusiamos o porque hacen falta recursos para organizar las actividades lo cierto es que Villa Libre ha ido languideciendo hasta perder todo el sentido para que el fue originalmente concebido, y ya ni sus propios beneficiarios le hacen caso. Eso significa, consecuentemente, que ya no tiene sentido seguir sacrificando a miles de ciudadanos que tienen que dar largos rodeos para llegar a sus destinos por culpa del cierre del Expreso V Centenario. Ojalá que Salcedo, siempre tan receptivo, ponga su interés en este asunto, bien sea relanzando Villa Libre para que vuelva a ser lo que fue al principio, o reconociendo que, por desgracia, el invento no funcionó como se esperaba.

Solo para «metrólogos»

A pesar de que los entusiastas promotores de la construcción del Metro de Santo Domingo dan la impresión de tenerlo todo bajo control, no estaría de más, conocida la firme decisión del presidente Fernández de encaramarnos a como de lugar en el ahora llamado «Tren de la Alegría», indagar si ciertamente se han tomado las debidas previsiones para atenuar en lo posible el impacto de una obra que por su magnitud y naturaleza está llamada a provocar graves trastornos a la población a la que se supone, una vez concluída, beneficiará. Es el caso, por ejemplo, de la populosa comunidad de Villa Mella, cuya única vía de comunicación con el resto de la provincia Santo Domingo es, precisamente, la avenida Máximo Gómez, bajo la cual se construirá el túnel por el que circulará el metro. ¿Quedará Villa Mella aislada del resto de la ciudad, como cree el transportista Ramón Pérez Figuereo? ¿Qué pasará con la intensa actividad comercial de esa zona una vez se inicien los trabajos? Esas y muchas otras preguntas están dando vueltas en las cabezas de mucha gente que reside, o tiene relaciones de algún tipo, en Villa Mella. Los «metrólogos», cada vez más numerosos, tienen la palabra.