La estabilidad de la prima del dólar en niveles inferiores a los alcanzados hacia principios del año pasado está forzando a los productores de vegetales y otros renglones de exportación del agro a revisar sus métodos de cultivo. Ahora ganan menos pesos que antes por sus embarques mientras los precios de una serie de insumos, como insecticidas y abonos, mantienen altos sus costos.

 Se trata de una actividad que no está basada en el uso intensivo de mano de obra y que por tanto no consigue mucho si despide personal para reducir gastos. Lo grave es además que para competir en mercados como Estados Unidos, las legumbres criollas tienen que llegar allá a precios mínimos o se les reduce el acceso a los centros de expendio. Al comienzo del proceso a la baja de la divisa norteamericana, los cultivadores dominicanos confiaban en que más adelante los agroquímicos que utilizan –atados lógicamente a la tasa de cambio- pasarían a costar menos en el mercado local, lo que no ha ocurrido. He ahí otro mortificante comportamiento ilógico de intermediarios locales que siguen vendiendo sus artículos como si el dólar estuviera al 50 por 1.

Juntos y reburujados

Un importante grupo de familias de clase media ha estado elaborando una propuesta -que probablemente elevará al gobierno después de la próxima semana- orientada a que las autoridades tracen una mayor segmentación en las redes de distribución de electricidad. La idea es reclamar que la Corporación Dominicana de Empresas Electricas (CDEE) subdivida el número actual de circuitos en la amplia geografía de Santo Domingo lo que, a juicio de los que están redactando el documento, permitiría una mejor aplicación del programa de «Reducción de Apagones» que es la regla que rige actualmente para, supuestamente, concentar los apagones en los llamados barrios carenciados y los sectores urbanos que, en sentido general, más evaden el pago y las facturaciones del servicio. Destacan que en medio de este desorden y mezcla desigual que caracteriza a la Capital, a veces amplios sectores de habitantes que honran sus obligaciones por el uso de la electricidad están conectados a líneas que también son del uso de áreas que se caracterizan por todo lo contrario: nadie paga. De hecho, en algunos zonas urbanas, grupos de familias pudientes han establecido acuerdos con las distribuidoras para segregarse de circuitos y recibir un suministro más continuo. Se sabe que los gastos para independizar en pequeños circuitos a una serie de conjuntos habitacionales han corrido por cuenta de los usuarios. Sin embargo, ténicos de la CDEE que pidieron reserva de su nombre, opinaron que en la mayoría de las situaciones de las áreas urbanas del país sería difícil separar los usuarios en pequeños grupos y destacan que, en la práctica, los mayores robos de energía se producen con fraudes de consumidores ricos que son difíciles de detectar.

El negociazo de la escasez

Los productores de yuca y plátanos son los más sorprendidos con las noticias sobre la elevación de los precios de esos víveres en los grandes mercados y expendios al detalle en Santo Domingo. El lesivo sistema que canaliza el suministro de comestibles de origen agrícola a las ciudades hace que la ley de la oferta y la demanda solo se muestre en una dirección y en beneficio de los intermediarios. Ellos, con el control de los medios de transporte y los recursos de distribución, fijan los precios oscilantes que se imponen a los consumidores sin ocuparse de la rentabilidad de a sus proveedores. El gran negocio en el comercio de musáceas, tubérculos y algunos otros renglones –cuyos cultivadores han sufrido graves daños por inundaciones en los últimos tiempos- consiste en aprovechar la escasez para acrecentar utilidades que no llegan a los productores , situación de la que se podría responsabiliar al Estado que no es capaz de influir con regulaciones y el uso de instalaciones que garanticen la sustentación de los precios en beneficio del campesino y del consumidor por igual. Inespre, creado para tales fines, nunca ha jugado bien su papel.