QUE SE DICE
Devaluaciones

QUE SE DICE <BR>Devaluaciones

Ya sabíamos que la vida humana, en estos duros y violentos tiempos que nos ha tocado vivir, ha perdido gran parte de su valor, pero cuando nos enteramos de estas cosas nos damos cuenta, de repente, de que en realidad no vale absolutamente nada. La jueza interina de la Séptima Cámara Penal del Distrito Nacional, Katia Gómez Germán, acaba de condenar a dos años de prisión (una fiscal adjunta pidió veinte años) a un ex raso de la Fuerza Aérea Dominicana al que encontró culpable de asesinar de un balazo en la cabeza a su esposa, quien dejó dos hijos -de uno y tres años- en la orfandad. La joven apareció muerta en la avenida Hípica, próximo a la Charles de Gaulle en septiembre del 2002, pero durante el juicio pudo establecerse que fue asesinada con el arma de reglamento de su esposo. Esos elementos, sin embargo, no pesaron mucho en la íntima convicción de la magistrada, que además condenó al ex militar al pago de una multa de cien pesos oro dominicanos.

Deportados

Como se dice una cosa hay que decir también la otra. Si bien es verdad que los compatriotas repatriados de los Estados Unidos tras cumplir condena por distintos delitos pueden ser un componente importante de la oleada de criminalidad que nos mantiene en jaque, también lo es que a esa gente «se la ponen en China», como suele decirse, a la hora de solicitar cualquier papeleo que haga posible su reinserción productiva a la sociedad a la que todavía, a pesar de los pesares, pertenecen. El caso de Carlos Rojas, quien ha denunciado que ya ha perdido dos empleos por carecer de un papel de buena conducta que las autoridades policiales se niegan a otorgarle, es solo uno de tantos, aunque de eso se hable poco y se escriba menos. El problema, empero, está ahí, e ignorarlo no ayudará precisamente a resolverlo. Y es que, como bien dice Carlos Rojas, negarle ese documento a un deportado que tiene una familia e hijos que mantener es mandarlo a robar o a cometer cualquier otro delito. No hay de otra.

Competencia

Si esto sigue como va muy pronto ocurrirá que cualquier día de estos, y en cualquiera de los periódicos, aparecerá un marchante, muy seguro de sí mismo y con excelentes argumentos a su disposición, que tratará de convencernos de que todo lo que hoy le sucede al ex capitán del Ejército Nacional Quirino Paulino Castillo, acusado de narcotráfico y solicitado en extradición por el gobierno de los Estados Unidos, es parte de una conjura internacional urdida por sus competidores allende los mares, envidiosos por lo bien que marchan en República Dominicana sus prósperos negocios. Y se atreverá incluso a decir, el susodicho marchante, que el ex capitán es tan solo un chivo expiatorio de esos oscuros intereses, que se han propuesto desacreditarlo para arrebatarle un mercado tan prometedor. La competencia, definitivamente, es muy agresiva en tiempos de globalización.

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