Qué se dice 
El Código y sus usuarios

Qué se dice  <BR><STRONG>El Código y sus usuarios</STRONG>

Hay dos cosas que pueden ocurrir con el Código Procesal Penal en lo inmediato: que se siga extendiendo sin mayores consecuencias  la percepción de que es un instrumento ineficaz o que se intente modificarlo. Pero he aquí que antes de su entrada en vigencia la Justicia cojeaba  mucho también aunque las quejas e insatisfacciones eran de un carácter diferente a las de ahora. Pese a lo mucho que se le atribuye incapacidad para contrarrestar la criminalidad, el Código tiene autorizados defensores que hablan con estadísticas sobre su efectividad. En sentido general parecería que los que en verdad  andan mal con el mentado estatuto  son aquellos que lo aplican. El mal estaría en el manejo; mas no tanto en el contenido. Lo que están haciendo los jueces de Ejecución de la Pena escandaliza, pues eso de soltar delincuentes  que no merecen  la libertad es una aplicación irresponsable de facultades reconocidas por la ley y las consecuencias no pueden ser otras que  estimular la delincuencia.

Queriendo a sus subalternos

  Se está confirmando en estos días la impresión de que el gobierno incluye  algunos  funcionarios que llegaron a sus posiciones bajo sólidos compromisos políticos y personales fruto de afectos profundos e identificación partidaria de larga data  con el Supremo. En lejanos años, las vísperas de los 16 de agosto eran de nerviosismo y rumores de cambios; de que “a Fulano lo mandarán  para su casa y a Sutano lo van a poner a valer”. Desde Hipólito para acá, los Presidentes llegan a Palacio con  sólidos amarres de equipo. Mejía terminó  su período de gobierno con la misma gente  con que comenzó, virtualmente, y metió todo el brazo en defensa de Pepe Goico y Guido, aunque el mundo  parecía que les caía encima, incluso con embestidas del  superpoder de la Embajada. Ahora vemosque el país se estremece por un confuso proceso con contratos; los críticos escrutan los intersticios del Poder e insinúan meteduras de patas que el solemne silencio del Despacho  Mayor cubre de velos. El actual estilo de gobernar no presagia la exposición de evidencias ni incriminaciones… y mucho menos cancelaciones.

Camino a la perfección

  Desde ya  algún astuto intelectual  podría ir preparando un proyecto editorial interesante. Sería factible  reunir un equipo privado de tecnócratas para dedicarlo a sintetizar los resultados y conclusiones de cada seminario, simposio, taller, foro, conferencia, debate, curso y cursillo que hayan estado centrados sobre los más diversos problemas  nacionales, regionales, sectoriales, civiles, fabriles, comerciales, estudiantiles, rurales, químicos, físicos y matemáticos. Al ritmo que van Funglode y algunos organismos del Estado, que no cesan de teorizar en un inagotable manejo de ideas en jornadas, exposiciones y concilios de especialistas, cuando hayan pasado cuatro años la cantidad de tesis, conclusiones y propuestas de soluciones  a cada entuerto  que  haya surgido o pueda surgirle a la República tendrá que medirse por toneladas en vez de volúmenes. Un trabajo bien profesional podría elaborar la síntesis del todo, y patrocinar la edición de un  “Tratado para lograr un país perfecto”. Lo único es que probablemente para entonces no estaremos en las ansiadas condiciones óptimas. Para lograrlo se necesita hacer, más que decir.  

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