Para variar, no dijo de manera expresa, clara y directa, para que no haya espacio ni para la menor duda, que no tratará de reelegirse, por lo que hubo que leerlo entre líneas. Y aunque no mencionó ni una sola vez la Constitución a pesar de que en su defensa se movilizó al país, la sociedad dominicana amaneció ayer con la buena noticia de que el presidente Danilo Medina no intentará una segunda reelección consecutiva, fatal por definición. Una noticia, hay que insistir en resaltarlo, que el país recibió con gran alivio, pues se espera que ponga fin a la incertidumbre que generó el enfrentamiento entre danilistas y leonelistas por la candidatura presidencial, que convirtió a un Congreso Nacional militarizado en campo de batalla y escenario de protestas y manifestaciones, mientras en su interior los voceros de la reelección, con Elpidio Báez a la cabeza, mantuvieron un clima de agitación permanente tratando de mantener vivo su odioso fantasma. Aún así, el expresidente Leonel Fernández y su equipo se negaron a reaccionar de inmediato al discurso, probablemente porque necesitan leerlo con detenimiento para tratar de descubrir dónde está agazapada la trampa. Porque la confianza que destruyó esa confrontación no regresará, como por arte de magia, con ese discurso, ni las heridas mutuamente provocadas sanarán como por ensalmo, aunque los agraviados lo proclamen así en nombre de una vocación unitaria que todavía está por verse. ¿Perdonó el presidente Medina a quienes pusieron en marcha “campañas de desinformación y descrédito con el único objetivo de minar el amplio apoyo popular conque cuenta nuestra gestión y evitar cualquier competencia para el proyecto político que intentaba imponer un sector minoritario del PLD”? Son muchas las preguntas que dejó en el aire esa alocución, pero solo me queda espacio para darle un consejo a los leonelistas: Es muy pronto para cantar victoria y celebrar.