Desde ayer tienen las autoridades un nuevo motivo para seguir adelante con las medidas contra la delincuencia: taparle la boca al ex presidente Hipólito Mejía, quien con su característico desparpajo no solo criticó el control en la venta de bebidas alcohólicas y el cierre de establecimientos, que a su juicio llevará a la quiebra a quienes se dedican a ese negocio, sino que también aseguró que los patrullajes mixtos no podrán mantenerse durante un mes más por falta de “la logística” necesaria. Mejía, quien reconoció a regañadientes que “había que hacer algo” con el problema de la delincuencia, asegura que con tan solo 32 mil policías, 25 mil miembros del Ejército y 10 mil de la Marina de Guerra es imposible mantener durante mucho tiempo los patrullajes mixtos. Todo el mundo ignoraba, hasta el día de ayer, que el ex mandatario fuera un experto en logística militar y seguridad ciudadana, por lo menos hasta que el Gobierno demuestre lo contrario.

El castigo

  Que un político tan atípico como el ex mandatario la emprenda contra unas medidas que prácticamente aprueba todo el mundo -el 92.3% según la encuesta Gallup- se entiende en medio de la tropical exuberancia de nuestra clase política, pero más difícil de asimilar resultan las críticas que se hacen desde el propio Gobierno y por gente con grandes responsabilidades en los esfuerzos que despliega el Gobierno por contener el sobrecogedor avance de la delincuencia como el secretario de Interior y Policía, el doctor Franklin Almeyda. ¿Por qué insistir en su oposición, en el marco de la publicitada mesa redonda auspiciada por Finjus, a que los guardias realicen labores de patrullaje? ¿Acaso ignora el vehemente ministro que la decisión de integrar las llamadas patrullas mixtas es hija de la crisis de credibilidad que atraviesa una Policía Nacional a la que se percibe aliada, socia y cómplice de los delincuentes? ¿No merecen esos guardias un estímulo por su esfuerzo y sacrificio en lugar de críticas y objeciones? Con razón dice en la Biblia que la lengua es el peor castigo del cuerpo.

Estadísticas

  Lo irónico del caso es que la mejor defensa que ha podido hacérsele a las medidas contra la delincuencia no proviene de sus promotores y auspiciadores sino de los resultados netos que han arrojado, según las estadísticas dadas a conocer hasta ahora. Y es que, cumplido el primer mes de su entrada en vigencia, las cifras no podían ser más halagadoras: una reducción de un 57% de los actos delictivos, en sentido general, en todo el país, de un 67% en las muertes producidas por armas de fuego, y de un 78% en lo que se refiere al robo de vehículos. Los datos están contenidos en un informe elaborado por la Policía Nacional, el mismo que se entregó al presidente Fernández la pasada semana en la reunión de alto nivel en la que se pasó balance a esas medidas y probablemente también sirvió, junto al respaldo del que da cuenta Gallup, para que el mandatario se convenciera de seguir adelante con las mismas sin flexibilidades ni acomodos.