Qué se Dice
El lamento de Chacumbele

Qué se Dice <BR><STRONG>El lamento de Chacumbele</STRONG>

Se queja con doliente tono el ingeniero Quique Antún, presidente del Partido Reformista Social Cristiano, de que tanto el gobierno como el Partido de la Liberación Dominicana se han propuesto destruir a su partido a través de la “compra y el sonsacamiento vulgar” de sus dirigentes, al tiempo que advirtió que esas compras y sonsacamientos se intensificarán en los días por venir.

Pero independientemente de que eso sea verdad o de que se trate, simple y sencillamente, de actos de lícito comercio en un mercado gobernado -como cualquier otro- por la ley de la oferta y la demanda, alguien debe aclararle al ingeniero Antún, aunque solo sea por respeto a la “verdad histórica”, que en el momento en que el gobierno y el PLD deciden recurrir a la estrategia de atraerse dirigentes de la oposición “disgustados” encuentran a un PRSC inmerso en un progresivo proceso de dispersión y atomización, de lo que pueden dar fe los desprendimientos que andan por ahí con pretensiones de partidos políticos, lo que equivale a decir que nadie ha hecho más por la destrucción del partido legado en herencia por el doctor Joaquín Balaguer que los propios reformistas.

Otro tropezón

  Es probable que todo el alboroto provocado por la denuncia de que hay cientos de guardias y policías en el padrón electoral se vaya desinflando, pues todo parece indicar que se trata de una lamentable falta de actualización, por parte de la JCE, de la que se supone la herramienta fundamental para la celebración de los próximos comicios, como lo indica la inmediata protesta de gente que dice haber abandonado hace tiempo las Fuerzas Armadas y todavía aparece con uniforme militar. A tan solo días de la celebración de las elecciones -huelga decirlo- lo que menos hace falta son nuevos elementos de perturbación, por lo que el tribunal de comicios, sus jueces y técnicos, deben apresurarse a ofrecer todas las explicaciones que hagan falta para convencer a la opinión pública de que no hay nada que temer con este nuevo tropezón en el accidentado camino que conduce al 16 de mayo.

¿A quién creerle?

  Es probable que un hombre tan cuidadoso como el doctor Luis Arias casi se mordiese la lengua al negar de manera tan categórica que la misión de observadores de la Organización de Estados Americanos (OEA) expresara su inquietud por la “dislocación” de más de 172 mil votantes, como revelara tan solo 24 horas antes monseñor Agripino Núñez Collado, quien aseguró incluso que la misión de la OEA le visitó para manifestarle su preocupación por la situación. Y aunque no hay razones para hacer una tormenta en una vaso de agua por una contradicción que se la tragará el tráfago y la vocinglería de la campaña política en su tramo final, producto sin duda de algún malentendido que tarde o temprano deberá aclararse, lo cierto es que resulta cuesta arriba imaginarse a esos observadores diciéndole una cosa al presidente de la JCE y otra muy distinta, totalmente contraria, a Núñez Collado, sobre un asunto de tanta trascendencia y donde hay en juego tantas cosas. ¿Qué habrá pasado ahí?

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