QUE SE DICE
El ofendido

QUE SE DICE <BR>El ofendido

¿Por qué piensa Alfredo Pacheco que la Justicia, en este caso la Suprema Corte, no ha podido tomar una decisión definitiva sobre la acusación de tráfico de personas, a través de la frontera con Haití, que pesa contra el diputado por La Vega Radhamés Ramos García? El hipersensible presidente de la Cámara de Diputados está en todo su derecho a sentirse ofendido por el tono de la carta que dirigiera al hemiciclo el Procurador General de la República, el doctor Francisco Domínguez Brito, en la que el funcionario reclama, entre otras cosas, que se retire la inmunidad al legislador vegano.

A lo que tal vez no tenga derecho, si embargo, es a intentar tomarle el pelo a una opinión pública que sigue atentamente sus pasos, y que sabe perfectamente -al igual que el propio Pacheco- que si Ramos García se ha dado el lujo de poner de mojiganga a la justicia dominicana durante tres años ha sido, precisamente, gracias al amparo cómplice de sus colegas, sobre todo los del Partido Revolucionario Dominicano, que han demostrado así que no les interesa delimitar con claridad las fronteras que deben existir entre la inmunidad parlamentaria y la impunidad criminal.

El que mucho abarca…

Mientras crece la percepción pública de que los ladrones de vehículos han vuelto a sus andadas, de lo que cada día dan fe los periódicos, el Departamento de Recuperación de Vehículos de la Policía Nacional se encuentra, como quien dice, acéfalo, debido a que el coronel al que se asignaron esas funciones sigue muy apegado al mayor general Manuel de Jesús Pérez Sánchez, de quien fue (¿o lo sigue siendo todavía?) asistente personal hasta el momento de su designación hace ya casi tres meses. O sea que ese coronel no está, en los hechos, ni en un sitio ni en el otro, al igual que un cuerpo no puede estar, por carecer del don de la ubicuidad, en dos lugares distintos a la vez. La situación, como era fácil prever, empieza a provocar malestar entre sus compañeros de armas, que si bien no expresan abiertamente -por razones de disciplina- su descontento, no dejan de sentirse molestos, pues entienden que la institución cuenta con suficientes oficiales superiores, capacitados e idóneos, para desempeñar de manera satisfactoria cualquiera de las dos posiciones.

Desagravio

La profusión de actividades y la entusiasta participación de la población en los distintos actos en homenaje a Juan Pablo Duarte, Padre de la Patria y forjador de la dominicanidad, pueden perfectamente interpretarse, sin riesgo de incurrir en frívolas patrioterías, como el mejor desagravio que puede hacerse a su memoria, tras el penoso espectáculo del que fuimos asombrados testigos hace unas semanas, cuando se cubrió con la bandera nacional el féretro en el que se enterró, al son de bachata, cerveza y reggaetón, a un conocido narcotraficante de Capotillo. Hay que concluir, entonces, que no todo está perdido en este país, pues Juan Pablo Duarte, su fecundo ideario, sigue siendo el más valioso patrimonio moral que podemos legar a las generaciones por venir. Falta ahora que esa devoción al Padre de la Patria, expresada el día que conmemoramos el 192 aniversario de su nacimiento, se convierta en un cotidiano y sostenido esfuerzo por mantener viva su presencia entre nosotros, sobre todo el ejemplo de desprendimiento material del hombre que consagró vida y bienes para legarnos la libertad de que hoy disfrutamos.

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