QUE SE DICE
El que va a Villa…

QUE SE DICE <BR>El que va a Villa…

El presidente de Perú, Alejandro Toledo, se vio forzado a regresar a su país más rápido que inmediatamente tras suspender su gira por Oriente Medio y China, ante la oleada de protestas sociales que protagonizan agricultores, mineros y trabajadores del sector salud en Lima. Producto de ese ambiente de tensiones y crispación, pero más que nada -según reseñan las agencias internacionales de prensa- por la prolongada ausencia del mandatario, que se hizo acompañar de una comitiva, entre funcionarios y empresarios invitados, de veinte personas, los principales líderes políticos y congresionales pidieron al presidente la suspensión de su largo viaje, que ya se prolongaba durante 17 días, y su inmediato regreso al país para hacerse cargo de sus responsabilidades. Toledo, muy atribulado últimamente por culpa de un romance que se convirtió en problema de Estado, tal vez solo pretende disipar un poco las enormes tensiones que provocan las tareas de gobierno, olvidando que en la Latinoamérica de hoy -solo basta echar una ojeada a lo que ocurre en Bolivia y Nicaragua- no es buena idea alejarse demasiado ni por tanto tiempo de la codiciada silla de alfileres.

Los herederos

Mientras unos minimizan las irregularidades del padrón reformista, en el que según una reciente auditoría realizada por una firma privada aparecen diez mil subdirectorios controlados por perredeístas y peledeístas, otros insisten en que nada que se haga con un padrón tan contaminado podrá tener validez y mucho menos credibilidad. Ayer, en horas de la tarde, estaba previsto un encuentro entre los principales aspirantes reformistas para analizar qué tan graves son las irregularidades denunciadas, o hasta dónde no se trata de un pretexto de aquellos que de antemano se saben perdedores en la asamblea del próximo día 26, como alega el ingeniero Quique Antún. De las tres organizaciones políticas que en estos días han coincidido en la celebración de procesos internos que suponen una renovación de sus estructuras organizativas y dirigenciales, el PRSC es la que enfrenta la prueba más difícil, pues la desaparición física del doctor Joaquín Balaguer ha dejado en la más absoluta orfandad a los herederos del caudillo, que no han podido evitar que un legado tan valioso se vuelva sal y agua en sus inexpertas manos.

Sabotaje

Cuentan que el doctor Sabino Báez siempre ha estado consciente de que mucha gente en el peledeísmo rabioso, sectario y militante se alegraría de su eventual fracaso al frente de la secretaría de Salud Pública, pues le resulta difícil asimilar que su único y aparente mérito para estar en ese cargo sea su amistad personal con el presidente Leonel Fernández. Lo que probablemente no sabía, sin embargo, es que esa animadversión podría en algún momento llegar a vías de hecho, como lo serían los actos de sabotaje que según el doctor Báez se habrían producido en el hospital regional José Cabral y Báez. En ese centro, por lo menos hasta el día de ayer, no había servicio de agua potable, no funcionaban los ascensores, y las áreas de rayos X y tomografía se encontraban fuera de servicio. Ante un panorama tan desolador, ciertamente, cualquiera se anima a creer que solo con la intervención de «manos criminales» puede un centro de salud, público por demás, alcanzar tales niveles de deterioro tanto del servicio que ofrece como de su planta física, crimen que en Santiago se sigue atribuyendo -a pesar de las sospechas del secretario de Salud Pública- a un subsidio que nunca ha sido suficiente para satisfacer las necesidades del hospital y que, para colmo, siempre llega con retraso.

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