QUE SE DICE
Empantanados

QUE SE DICE <BR>Empantanados

En muchas ciudades del mundo los ayuntamientos son los responsables directos de velar porque los ciudadanos respeten las leyes municipales, trátese de la disposición de la basura, las normas de tránsito, o la utilización de los espacios públicos. Por eso puede verse como la cosa más normal, sea en Nueva York o en Madrid, a una grúa municipal remolcando un vehículo mal estacionado, cuya recuperación solo será posible con el pago de una multa que irá a parar, parcial o totalmente, a las arcas del cabildo, siempre necesitadas de recursos conqué atender las demandas de la comunidad. En República Dominicana, para variar, los regidores del ayuntamiento del Distrito Nacional acaban de atar de pies y manos del síndico Roberto Salcedo, al impedirle utilizar ese efectivo recurso para obligar a los capitaleños a respetar la ley que prohíbe estacionar vehículos de motor en las aceras. Culpas de la politiquería son y no de España, es verdad, como también es verdad que así nunca saldremos del subdesarrollo en el que estamos empantanados desde hace tanto tiempo.

De vida o muerte

En los campos dominicanos, sobre todo del Cibao, un refrán muy popular proclama que el que no se puede apear simplemente se jondea, como queriendo decir que, de una manera u otra, a las cosas hay que buscarle la vuelta, el bajadero. Precisamente lo que necesitaría hacer la jefatura de la Policía Nacional, que encabeza el mayor general Manuel de Jesús Pérez Sánchez, si desea salvar algo del maltrecho prestigio de la institución, severamente dañado con el escándalo de la utilización, por parte de muchos de sus oficiales, de vehículos recuperados tras ser reportados como robados por sus propietarios. No serán todos los que están, porque eso sería pedir demasiado tratándose de una práctica «institucional», pero algunos de esos oficiales tendrán que pagar por los platos rotos, sea en calidad de chivos expiatorios, víctimas propiciatorias o como usted prefiera llamarles. Hay demasiadas cosas en juego, empezando por la supervivencia de una institución en la que conviven, al igual que el resto del país, mansos y cimarrones en perfecta y tolerante armonía.

Ausentismo

El estado de calamidad extrema que caracterizó a los hospitales públicos en los últimos meses de la pasada gestión de gobierno, tanto los de Salud Pública como los del IDSS, no ha mejorado gran cosa, pues tal parece que la indigencia económica en que fue dejado el sector ha impedido a las nuevas autoridades cambiar en algo ese tétrico panorama. Por eso los periódicos siguen hablando de falta del material gastable más indispensable, de quirófanos contaminados, de equipos dañados y un largo etcétera de carencias y necesidades, con el agravante de que tampoco hay forma de saber cuándo y cómo se empezarán a tomar medidas concretas para enfrentar la situación, pues funcionarios tan importantes como el secretario de Salud Pública, el Director de Hospitales y el Subsecretario de Atención Primaria apenas pasan por sus despachos. ¿Quién podrá defendernos?

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