Si algo quedó demostrado, matemáticamente hablando, con los resultados preliminares de las primarias del pasado domingo es que el PLD está dividido en dos mitades casi idénticas tanto para lo bueno como para lo malo, como dicen en la calle, de lo que ojala estén conscientes sus dos principales lideres. Eso distribuye casi en partes iguales las responsabilidades, y también las culpas, de lo que ocurrirá con un partido que pronto cumplirá 20 años de ejercicio continuo del poder casi absoluto. Y lo que se dice que ocurrirá con esas dos mitades casi idénticas es que no podrán volver a juntarse, a ser lo que alguna vez fueron, a pesar de que se necesitan para retener el poder y el control del Presupuesto Nacional mas allá del 2020. Eso es algo que los peledeístas deberían sopesar muy bien en momentos en que el expresidente Leonel Fernández anuncia una guerra mundial (ya pidió la intervención de la OEA, Estados Unidos y la Unión Europea) contra el fraude del que alega fue víctima, que a fin de cuentas solo servirá para ahondar aun mas el abismo que separa a danilistas y leonelistas. ¿Cuántos peledeístas están dispuestos a sacrificar el bienestar y la seguridad que proporciona el poder como consecuencia de una confrontación, al mejor estilo del peor PRD, de la que todos van a salir perdiendo? ¿Cuántos seguidores del exmandatario están dispuestos a acompañarlo en la aventura incierta de una candidatura independiente por una coalición de pequeños partidos? Cuando bajen las aguas desbordadas y se asienten las pasiones que hoy parecen a punto de estallar, y se empiece a ver con mayor claridad que el pataleo del doctor Fernández no va para ninguna parte, unos y otros tendrán que plantearse esas preguntas. Y, sobre todo, si vale la pena el sacrificio para satisfacer un ego político incapaz de asimilar una derrota.