QUE SE DICE
Entre corruptos

QUE SE DICE <BR>Entre corruptos

La mejor demostración de que ciertamente República Dominicana merece el dudoso honor de ser el segundo país más corrupto de Latinoamérica -según el más reciente informe de Transparencia Internacional- es que la noticia misma, que salió en casi todos los periódicos del país, apenas mereció la atención de las llamadas «fuerzas vivas de la nación», incluída la beligerante sociedad civil, como si se tratara de otra mas de las tantas hazañas a las que nos tienen acostumbrados nuestros peloteros en las Grandes Ligas y de las que nos sentimos tan orgullosos. Esa indiferencia, que algún frívolo atribuirá a las disipaciones propias de los días pascueros, tarde o temprano terminará pesándonos, como nos pesa ya -y mucho- el no haber prestado atención a las voces que desde hace tiempo nos vienen alertando sobre la amenaza que representa el narcotráfico para la integridad de nuestras instituciones. Mientras tanto solo nos queda recordarle a los peruanos, únicos latinoamericanos a los que Transparencia considera más corruptos que nosotros, que no van lejos los de alante si los de atrás corren bien.

Lamento del poeta

El poeta Tomás Castro no ha tenido muy buenas experiencias que digamos con los cargos públicos y los políticos, pero es probable que con el último tropezón haya aprendido -por fin- a levantar los pies. Castro, ampliamente conocido en círculos literarios y culturales, trabajaba desde hace casi un año en el Consejo Nacional para la Reforma del Estado (CONARE), cargo que aceptó como una forma de echarle una mano -según explica- a su amigo Tirso Mejía Ricart, pero acaba de ser despedido por alegadas «conveniencias en el servicio». Antes de ser cancelado, sin embargo, su sueldo le fue reducido a la mitad sin que mediara, así sea por una elemental norma de cortesía, la corresponiente acción de personal o alguna explicación por escrito, por lo que el poeta se siente -con razón- vejado e innecesariamente irrespetado. Ante los hechos cumplidos, Castro solo pudo desahogar su impotencia con un exabrupto de hombre decente: devolvió cada centavo -RD$3,597.00- correspondiente a los últimos cuatro días del año que no trabajó en la institución. Por si acaso.

¿Otro Vla?

A pesar de que en este país hemos adquirido la mala costumbre -no nos cansaremos de repetirlo- de permitir que los problemas crezcan, en tamaño y complejidad, hasta hacerse inmanejables, no puede pasarse por alto la denuncia que acaban de hacer residentes del sector La Fuente, en el Distrito Nacional, sobre un joven al que acusan de ser el responsable de la muerte violenta de por lo menos siete personas, la última un sargento mayor de la Fuerza Aérea al que asesinó a balazos el domingo pasado. Nadie quisiera que el tal Vantroig -así lo llaman en el barrio- termine convirtiéndose en otro Vla Pujols, el jefe de la banda Los Sayayines, de Azua, a quien la Policía no termina de «pisarle los talones», sobre todo porque sería demasiado para el maltrecho prestigio de la institución responsable de velar por el orden público.

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