QUÉ SE DICE: Escape del paraíso

QUÉ SE DICE:  Escape del paraíso

Claudio Acosta

Seguimos leyendo con frecuencia en los periódicos sobre el apresamiento por parte  de la Armada y las autoridades de la vecina Puerto Rico de ciudadanos dominicanos que tratan de llegar a esa isla de manera ilegal, como  los 18 indocumentados, incluidas varias mujeres, que fueron  detenidos ayer luego de que la embarcación en la que viajaban fue interceptada frente a las costas del municipio de Camuy por la Unidad Marítima con base en Arecibo,  que los entregó a la Guardia Costera de los Estados unidos  para  fines de investigación y  posterior deportación hacia la República Dominicana. Quien conoce  la situación calamitosa  por la que está atravesando Puerto Rico  luego del paso devastador del huracán María puede sorprenderse de que, aun en esas difíciles circunstancias, tantos dominicanos  arriesguen sus vidas para llegar a sus costas  en busca de una mejor vida que  probablemente  nunca  encuentren, pues salieron de Guatemala para caer en Guatepeor.  Esas inciertas travesías también deberían sorprender a quienes, de tanto escuchárselo decir a velloneras y bocinas, se han llegado a creer el cuento de que vivimos  en una especie de paraíso tropical sin aire acondicionado, con una economía  en permanente crecimiento que es la envidia y el asombro de los países de la región, y una revolución educativa que nos lleva derechito y sin arrugas hacia el desarrollo pleno y sostenible (etcétera, etcétera) que tanto anhelamos. En el mundo real, sin embargo, las cosas son muy distintas a como las pinta la propaganda oficial. Y si usted no es peledeísta, ni es   favorecido por alguno de los programas asistenciales  con los que el Gobierno le expresa su  “solidaridad” a  su  mimada clientela política, es muy probable que en algún momento toque a sus  puertas la desesperación,   y  sienta unas irreprimibles ganas de escapar del paraíso aunque tenga que jugarse la vida en el intento.

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