QUE SE DICE
Grupismo ayer y hoy

QUE SE DICE <BR>Grupismo ayer y hoy

Doña Ivelisse Prats de Pérez dice estar convencida de que el grupismo es, hoy por hoy, la principal amenaza a las esencias democráticas del Partido Revolucionario Dominicano, algo en lo que le han dado la razón las bases perredeístas que rechazaron su existencia en la reciente consulta, pero las cosas no siempre han sido así. Y es que hubo un tiempo en el PRD en el que los grupos, las llamadas tendencias, eran no solo parte intrínseca de la dinámica partidaria, expresión genuina de la diversidad de sus liderazgos, sino que se les consideraba también fuente dinamizadora, benéfica, de sus fuerzas internas. Esa cohabitación de las llamadas tendencias, sin embargo, solo fue posible mientras existió la autoridad emanada del indiscutido liderazgo del doctor José Francisco Peña Gómez, árbitro magnánimo, experto en subsanar las desavenencias que provocaban las rivalidades y enconos grupales. La partida del máximo líder dejó a los perredeístas huérfanos de esa autoridad y de ese liderazgo, pero también sin el dique de contención que impidiera que un grupo, una vez en el gobierno, con los recursos del poder a su entera disposición, impusiera su propia agenda política al resto del partido. Lo demás es historia.

El monstruo

El jefe de la División Norte de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD), coronel Jacobo Mateo Moquete, definió hace algunos días al narcotráfico que opera en la región del Cibao como un verdadero monstruo. Un monstruo, habría que agregar en ánimo de mayor precisión, de cuatro cabezas, pues según se dice son cuatro las bandas de narcotraficantes que se disputan el «mercado» cibaeño, bastante lucrativo a juzgar por la cantidad y diversidad de la «oferta». Eso no quiere decir, empero, que la DNCD no esté en condiciones ni en disposición de echar el desigual pleito hasta sus últimas consecuencias, pero para ello requiere de la colaboración de todos los sectores -juntas de vecinos, iglesias, organizaciones de la sociedad civil- a fin de equiparar las fuerzas. Por eso el coronel Mateo Moquete insiste en que la población cibaeña debe tener paciencia, en la seguridad de que no habrá treguas ni pausas en una guerra que no tendrá resultados favorables de un día para otro, pero que no desmayará hasta cortarle las cabezas al monstruo.

Delincuencia itinerante

La práctica, en el mundo delictivo criollo, no es nueva ni cosa que se le parezca, pero en estos tiempos en que la violencia ha copado la completa geografía de la isla -Haití es, desde hace tiempo, refugio de criminales que se cruzan para aquel lado para «enfriarse»- bien vale la pena considerar la posibilidad de que buena parte de esa delincuencia opera en distintos escenarios, desplazándose allí donde haga falta, como lo prueba la reciente captura por parte de la Policía Nacional de un grupo de delincuentes de Santo Domingo que se trasladó hasta Higuey para robar una compraventa, de donde cargaron con más de un millón de pesos en prendas, electrodomésticos y celulares. Estamos hablando de una delincuencia que se va «a los pueblos», o que se traslada de un pueblo a otro, a cometer sus fechorías. ¿No sería posible, a propósito de los operativos contra la delincuencia que realiza la Policía en todo el país, disponer puestos de vigilancia permanente en nuestras principales carreteras a fin de poner algún freno a esa delincuencia itinerante?

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