QUE SE DICE
Guerra sin cuartel

QUE SE DICE <BR>Guerra sin cuartel

Está claro que la guerra contra la delincuencia no puede dejársele solamente a la Policía Nacional, que la ciudadanía también debe sumarse a esa lucha sin cuartel, pero hay que señalar con claridad cuáles son los límites de esa participación antes de seguir alentándola, más que nada para evitar situaciones que tengamos luego que lamentar.

No es razonable pretender que la gente, allá en los barrios, salga a mano pelá a las calles a enfrentarse a una delincuencia muy bien armada, que no se detiene ante nada ni ante nadie, como no lo es tampoco que se permita la formación de los llamados «comités de vigilancia» que han ensayado, en distintos puntos del país, sectores cuyos residentes han decidido defenderse por sí mismos de una amenaza para la que no parece haber respuesta oficial efectiva. El plan de Seguridad Ciudadana que ha puesto en marcha la secretaría de Interior y Policía en Capotillo, con la participación de la comunidad, resultará sin duda una experiencia interesante, de la que podrían sacarse valiosas enseñanzas que nos ayuden a enfrentar el mal desde sus raíces, siempre y cuando no olvidemos que a la Policía Nacional -responsable de la preservación del orden público y la seguridad ciudadana- no podemos relegarla ni mucho menos suplantarla.

Ocurrencias policiales

La noche del pasado miércoles fue particularmente angustiosa para los residentes del reparto Villa Olímpica, en San Francisco de Macorís, donde un grupo de tígueres protagonizó una «protesta» en la que incendiaron neumáticos y apedrearon varios vehículos que transitaban por los alrededores. La dirigencia del Falpo, muy activo y beligerante en la provincia, negó que tuviera algo que ver con los disturbios, como tanbién se desvinculó de los hechos la Coordinadora de Organizaciones Populares. Se trató, según todas las evidencias, de un acto de vandalismo abierto y desvergonzado, perpetrado en la más absoluta impunidad, pues según los reportes de la prensa a la ruidosa «protesta» no se presentó un solo agente de la Policía Nacional. Esa inexplicable ausencia de las fuerzas del orden tal vez obedezca, por lo menos eso es lo que creen en San Francisco de Macorís, a la muerte la pasada semana de un raso policial a quien unos revoltosos recibieron a tiros cuando acudió, como parte de una patrulla, a sofocar otra «protesta» en el barrio San Martín de esa misma ciudad. ¡Por eso estamos como estamos!

La viña del Señor

El combatido y combativo padre Rogelio, genio y figura hasta la sepultura, recomendó ayer al gobierno, así como a los sectores «sensatos» de nuestra sociedad, que se combata la delincuencia con la ejecución de programas sociales compensatorios que impliquen una mejor distribución de los bienes y riquezas que produce este pobre país, convencido -como bien señala el sacerdote- de que esos delitos son producto «de una sociedad descompuesta, donde la violencia surge de la carencia de opciones que tiene nuestra gente». Muy lejos está, de esa comprensiva mirada, otro sacerdote al igual que Rogelio, el párroco de Villa Consuelo, el padre José Luis Hernández, quien ayer pidió a las autoridades que se aplique la «cláusula de eliminación física» a los delincuentes que mantienen en zozobra a los barrios. Definitivamente, en la Viña del Señor hay de todo.

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