QUE SE DICE
Haciendo coro

QUE SE DICE <BR>Haciendo coro

Temístocles Montás, secretario Técnico de la Presidencia, ha sido el último en sumarse al coro de voces oficialistas, encabezado por el Presidente de la República, que ha logrado salirse por la tangente a la hora de explicar las causas de la crisis económica que afectó -y todavía afecta- al país, crisis que nos arrojó en los brazos del Fondo Monetario Internacional y los rigores de su recetario económico. Ese bien afinado coro desentona, sin embargo, cuando se escuchan otras versiones de la misma canción, como por ejemplo la del economista Miguel Ceara Hatton, director y redactor jefe del Informe Nacional sobre Desarrollo Humano 2005, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), para quien esa crisis ha sido el producto de un gran «fraude bancario», que no solo provocó una pérdida del 20% del PIB sino que por su culpa hay también un millón de pobres más que andan por ahí buscando alivio, por cualquier medio, a sus miserias.

En manos de la Providencia

Según los pronósticos del Centro de Huracanes de Miami por lo menos 13 de los fenómenos atmosféricos que se formarán en el oceano Atlántico y el Mar Caribe tocarán República Dominicana una vez empiece, el próximo primero de junio, la temporada ciclónica, que este año puede superar la media histórica para las costas caribeñas. Entre los fenómenos naturales que podrían alcanzar al país hay seis tormentas tropicales, cuatro huracanes con categorías 1 y 2, otros tres que rondarán las categorías 3, 4 y 5, y todos con nombres tan encantadores y aparentemente inofensivos como Arlene, Cindy, Emily o el castizo José. La noticia, desde luego, no puede alegrar a nadie en este país colocado en el mismo trayecto de los huracanes y sus furias homicidas, mucho menos a quienes forman parte de las 200 mil familias que residen en zonas de peligro en los 72 barrios de alta vulnerabilidad que existen en el Distrito Nacional, susceptibles de ser arrastradas por crecidas de cañadas, arroyos, ríos y deslizamientos de tierra. El estremecedor dato, dado a conocer a la opinión pública por el Centro para la Prevención y Mitigación de Desastres, servirá para el inicio de un programa piloto de prevención, pero en este primera etapa solo abarcará 20 mil familias de apenas diez barrios de la Capital. El resto queda en manos de la Divina Providencia.

De fuera vendrán

A nadie le gusta, mucho menos a un gobierno, que le estrujen en la cara un «te lo dije» cuando los acontecimientos toman el curso previamente anunciado, pero es inevitable advertirle, a ese mismo gobierno, que la noticia de la agencia EFE fechada en Puerto Rico, en la que organizaciones de derechos civiles denuncian la supuesta violencia de la que es víctima la comunidad dominico haitiana en el país, que se traduce en «asesinatos, agresiones y deportaciones en masa», puede ser solo el principio. Hilda Guerrero, del Comité Pro Niñez Dominico Haitiana de la vecina isla, dijo en rueda de prensa que los incidentes violentos contra ciudadanos haitianos se intensificaron tras la muerte de una comerciante dominicana en Montecristi, presuntamente a manos de haitianos. Pero Saúl Pérez, del mismo grupo de organizaciones, fue más lejos todavía, al advertir que el ejército de Estados Unidos podría invadir en un futuro a ambos países, con el pretexto de «poner en orden a ambas repúblicas». Definitivamente los haitianos tienen muy buenos abogados más allá de nuestras insulares fronteras, que para colmo cuentan con nuestra torpeza para hacer creíbles sus interesadas cruzadas humanitarias.

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