La secretaria de Educación, doña Alejandrina Germán, ha sido consistente en su prédica de que la cartera que dirige no puede asumir sola, en medio de todas sus limitaciones, la responsabilidad de proteger las escuelas, por lo que se hace necesario que la comunidad haga conciencia de que esa escuela le pertenece, que es suya por derecho propio, y que debe por tanto velar porque se le respete y preserve. Esa prédica, desgraciadamente, no ha impedido que las agresiones a la educación dominicana continúen produciéndose de manera impune, como lo prueban las constantes denuncias de robos o daños provocados a planteles escolares desde todos los puntos del país.

Es el caso, para poner un ejemplo particularmente dramático y muy cercano, de Los Alcarrizos, donde doce escuelas han sido saqueadas en los últimos días por bandas de jóvenes que se han llevado cheques, inversores, bombas de agua y persianas, entre otras cosas de valor. La capacidad operativa, para llamarlo de alguna manera, que exhiben esas bandas indican que no se trata de un problema al que pueda hacer frente una junta de vecinos o la asociación de padres y amigos de la escuela, sino un patrullaje policial permanente, de día y de noche, que evite que se sigan produciendo esos desmanes. Ojalá se haya captado la indirecta.

Apertura religiosa

El rector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, el doctor Roberto Reyna, sorprendió a propios y extraños cuando, en medio de los actos celebrados el pasado jueves para honrar la memoria del asesinado periodista Orlando Martínez, solicitó al gobierno la construcción de un templo religioso en los terrenos de la academia. Reyna dio a entender a los desconcertados periodistas que ese templo sería abierto, al que podrían asistir personas de distintas creencias, y aunque no entró en detalles sobre la forma en que funcionaría ese arroz con mango religioso, sí se mostró convencido, y de qué manera, de que la familia universitaria, sobre todo la juventud sana y estudiosa, está necesitando un reencuentro con la fe. Ayer eran Marx, Lenin y Mao Tse Tung; mañana serán Cristo, Buda o Mahoma. ¡Cómo ha cambiado la UASD!

Tiempo perdido

Hay que decir, para situar las cosas en su justa dimensión, que la petición del senador Bernardo Alemán de que se enjuicie políticamente al presidente Leonel Fernández nunca contó con el respaldo de ninguno de sus colegas, como lo demuestra el denso silencio que se produjo en el hemiciclo luego de la infeliz intervención del senador por Monte Cristi, aunque la tormenta que desató haya obligado al presidente del Senado, Andrés Bautista, a desvincular al organismo y al Partido Revolucionario Dominicano de una iniciativa de carácter «estrictamente personal». Se trató, como coincidió en definirla, de manera casi unánime, la opinión pública, de una solicitud sin ningún asidero constitucional y absolutamente fuera de tiempo y lugar. ¿Merecía esa descabellada petición, huérfana de apoyo político desde su nacimiento y por tanto imposible de poner en práctica, todo el aspaviento que provocó? Se lo dejamos de tarea para el fin de semana.