QUE SE DICE
La fuerza del corazón

QUE SE DICE <BR>La fuerza del corazón

 

El doctor Chan Aquino no necesita, por lo menos en este país, de muchas presentaciones. Tampoco que se abunde demasiado sobre lo que ha sido capaz de dar a los demás, a sus contemporáneos, un hombre que ha dedicado 58 años de su vida, de manera ininterrumpida, al ejercicio de la medicina. Lo que realmente importa en este momento es la suerte que pueda correr el Instituto del Corazón de la Clínica Chan Aquino, el único centro de cirugía cardiovascular pediátrica en el país, que podría verse forzado a cerrar sus puertas a causa de la drástica reducción que hizo el gobierno a su presupuesto, a pesar de haber atendido, completamente gratis, a miles de niños pobres desde su fundación hace más de veinte años. Como el Gobierno, hasta el momento, no parece muy dispuesto a ser más generoso con el instituto, se ha echado mano a un recurso ciertamente desesperado pero que podría ser su tabla de salvación: abrir una cuenta -la 030-009580-5 del Banco de Reservas- para aquellos que desean hacer su aporte, no importa cuán modesto sea, para que tantos corazones, que apenas empiezan a vivir, puedan seguir latiendo.

De santos y altares

Fue el presidente Ulises Heureaux, mejor conocido como Lilís, quien habló por primera vez de santos y altares al referirse a la fragilidad de algunas honras de su época, incapaces de resistir las sacudidas del menor cuestionamiento a sus vidas y fortunas, y desde entonces ha sido usada por el imaginario popular cada vez que se presenta la oportunidad. Por eso todavía se puede leer en los periódicos, más de cien años después de la ocurrencia del dictador, que el llevado y traído expediente del ex capitán del Ejército Nacional Quirino Paulino Castillo, acusado de narcotráfico, podría provocar la estrepitosa caída de muchos santos, muy bien situados, en sus respectivos altares, o se escucha replicar el Coordinador de Participación Ciudadana, el doctor Alfonso Abreu Collado, que sería preferible quedarse sin santos y sin altares a permitir que ese caso haga naufragar la credibilidad de nuestro sistema de justicia.¡Qué poco hemos cambiado en realidad!

Disparates y algo mas

Este «quese» hay que dedicarlo -por fuerza- a Federico Henríquez Gratereaux, que tanto se queja del disparatado país en el que le tocó nacer y vivir, por si acaso le sirve de consuelo. En Juárez, México, un hombre al que hubo que hospitalizar con posible fractura de cráneo y otras heridas al ser atropellado por un automóvil tendrá que pagar, además de la cuenta del hospital, los daños causados al vehículo. Sergio Segundo Ruiz, de 60 años, fue atropellado cuando cruzaba una avenida en horas de la noche sin tomar ninguna precaución respecto a su propia seguridad, lo que es considerado una infracción a las leyes de tránsito de la ciudad. El breve cable internacional que trajo la noticia no explica, sin embargo, quién hubiera tenido que pagar los daños del vehículo si ese infeliz, por azar del destino, hubiese muerto en el accidente. ¿Los dolientes del difunto?

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