QUE SE DICE
La guardia lee como quiera

QUE SE DICE <BR>La guardia lee como quiera

Viene al caso en estos momentos tomar en  cuenta que las tropas dominicanas, sean policiales, de la aviación, el ejército o la  marina, tienden a reaccionar de manera muy literal a la retórica de acicate y persuasión, y más aún si  ciertos mensajes pueden ser interpretados como “salgan y rómpanle la siquitrilla al primero que aparezca”. La base instruccional  en que se fundaron los cuarteles (por mucho que se hayan actualizado) ha sido  la de “cumplir órdenes y averiguar después”. No hay garantías  todavía de que el contenido de cualquier consigna orientada a perseguir con fuerza a los criminales vaya guardar proporciones con lo que se lee en los códigos que hablan de presunción de inocencia y de rigurosa comprobación de hechos e identidades antes de proceder. Ojalá que los reclamos  de que la Policía  sea más dura o de que haya “cero tolerancia al delito”, expresadas desde arriba, no nos  traigan este mismo fin de semana varias acciones desbordadas al estilo de las que provocaba  Lilís, al que se atribuye haber dicho algunas veces: fusílenlos en lo que se investiga el caso”.

¡Avestruz a la vista!

Están saliendo a relucir, en una especie de debate espontáneo, ciertas oposiciones o reservas al  proyecto de construir un metro o sistema de transporte colectivo con tramos subterráneos, como alternativa para que miles de capitaleños puedan desplazarse sin problemas en esta ciudad caótica y congestionada. Uno de los opositores a la idea procede, curiosamente, del lado oficial. Ignacio Ditrén es partidario de que en vez de tren se fortalezca y organice mejor el recurso de los autobuses. Y no es para menos: Ditrén ama a la OMSA. Ahí estuvo antes como administrador y ha vuelto. Tuvo  a bien en estos días resaltar las ventajas de comprar buses en vez de vagones. Independientemente del valor de su tesis y de las subjetividades en que podría incurrir este crítico,  lo cierto es que si el gobierno se va al subsuelo a construir obras fabulosas (propias de países más ricos) sin haber puesto antes siquiera un poco de orden y calidad en el desenvolvimiento urbano de la superficie, parecería que está tomando un camino dispendioso para escurrir el bulto. Definitivamente, este plan obliga a recordar  a los avestruces por su fama de enterrar la cabeza creyendo que con esa basta  para escaparse  de un problema.

¿El cartón o la silla?

Se puede confiar en que la mayoría de las veces los jefes de Estado tienen buenas razones para salir de sus países a moverse en ultramar en favor de legítimos  intereses de sus conciudadanos, aunque, para el caso dominicano, significa también estarse unos días a salvo de las presiones y reclamos  de los que aquí se quedan en “olla”. Además el balance de las giras no es tan bueno para la República. Fue mucho lo que viajaron los dos anteriores presidentes     -incluso el Leonel de su primer período en las mieles del poder- y sin embargo, el país no cesa de luchar a brazos partidos para recuperar la plenitud del crédito externo y la confianza de los grandes centros de dominio financiero. Una encuesta popular probablemente reflejaría muy poca opinión a favor de que los mandatarios criollos se ausenten con demasiado frecuencia. Predominaría el criterio de que cuiden aquí su cartón al mismo tiempo que su silla.

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