Qué se dice
La palabra empeñada

Qué se dice <BR><STRONG>La palabra empeñada</STRONG>

Con el inicio, ayer en la mañana, de la depuración de los 237 expedientes de aspirantes a jueces de la Junta Central Electoral, entre ellos siete de sus actuales miembros, el Senado inicia lo que se espera sea un proceso arduo, sin duda trabajoso, pero que su presidente, el doctor Reynaldo Pared Pérez, espera concluir ofreciendo al país una demostración de consenso, pluralidad y participación, todo en aras de no repetir los dolorosos errores del pasado reciente. Una comisión especial que encabeza el propio Pared Pérez tendrá sobre sus hombros la responsabilidad de depurar esa lista, de la que tendrá que salir una preselección de 15 aspirantes, que a su vez deberán someterse al escrutinio de unas vistas públicas para que todo el mundo opine sobre su elección. Tocará al pleno del Senado elegir a los nueve finalistas, y será entonces, solo entonces, cuando el país sabrá si Pared Pérez, también secretario general del PLD, cumplió su reiterada promesa de no llevar políticos al tribunal de comicios.

Barbaridad

  Definitivamente, algo no anda bien en el Instituto Nacional de Patología Forense. Y como muestra, un solo botón: el caso de un sargento mayor del Ejército Nacional encontrado en su casa, el lunes pasado, con un balazo en la cabeza, por lo que fue llevado a Patología para el experticio legal correspondiente. Pero grande fue la sorpresa de un hermano de la víctima, también militar, cuando se presentó al otro día en la mañanita para identificar el cadáver; este, como por arte de magia, había desaparecido. Preguntando aquí e indagando allá se enteró de que el cadáver, al tener más de 48 horas, había sido enviado al cementerio El Casabe, en Los Guaricanos, donde efectivamente lo encontró, pero tirado en el suelo como un paquete viejo y envuelto en una funda plástica camino a una fosa común. Seguro que el doctor Sergo Sarita tiene algo que decir a propósito de esa barbaridad.

Trampa retórica

  Apenas 24 horas antes de que doña Elena Villeya de Paliza, presidenta del Conep, exhortara el gobierno a ser austero en lo que gasta, reconocía el doctor Roberto Rodríguez Marchena, en declaraciones al periódico El Día, que ciertamente el Poder Ejecutivo debe reducir sus gastos corrientes, pero también dijo que el volumen de gasto social que requiere la población necesitada es de tal magnitud que no se solucionaría ni mucho menos con la eliminación del llamado gasto superfluo. De hecho, aseguró, encontrar la forma de aumentar los recursos destinados al gasto social sin que esto conlleve gravar con más impuestos a la población constituye el gran desafío de República Dominicana y de quienes la gobiernan. El argumento del vocero gubernamental suena bien, y hasta es probable que cumpla a cabalidad su propósito de justificar las acciones y omisiones del gobierno, pero cierto es también que puede tener otra lectura o interpretación, completamente libre desde luego. ¿Para qué reducir gastos en dietas, viajes, viáticos y demás compensaciones del duro oficio de gobernar si de todas maneras eso no va a sacar a los pobres de su eterna pobreza?

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