No tengo idea de cómo se hicieron esos cálculos ni  de donde sacó  la fundación InSight Crime, dedicada al estudio de la principal amenaza –el narcotráfico– a la seguridad nacional y ciudadana en Latinoamérica y el Caribe, datos tan escandalosos, pero  no pongo en duda su afirmación de que cada semana “visitan” las aguas dominicanas unas tres lanchas rápidas cargando entre 700 kilos y una tonelada de cocaína procedende de Sudamérica. Según un estudio realizado por   la entidad, a través de la ruta Venezuela-República Dominicana se transporta un estimado de 9.5 toneladas de cocaína al mes, lo que la convierte en la ruta en la que se realizan mas incautaciones, lo que según ese estudio significa que una vez en la isla el crimen organizado logra exportar y transportar con relativa seguridad esa droga hacia sus destinos, sea Estados Unidos o Europa. Para InSight Crime esa “habilidad”  de los narcos criollos sugiere que existe corrupción en los altos niveles de los organismos de seguridad locales, pero la  verdad es que no hacía falta que nadie viniera a informarnos lo que para nosotros es tan evidente.  Porque no creo que haya un solo ciudadano  que a estas alturas no esté convencido de que el cartel de César el Abusador operó durante tanto tiempo sin ningún problema gracias a la complicidad y la connivencia de autoridades que además  le ofrecieron protección (¿o habría que decir le vendieron?), como no creo tampoco que haya un solo ciudadano que no esté convencido también de que sus protectores, que probablemente aun continúan en sus puestos, son los intocables de esta película, pues no les pasará absolutamente nada. Simplemente se quedarán ahí, bien ocultos tras  las  sombras, pero a la espera de que otro abusador, aunque no se llame César, reclame su trono, y vuelvan los tiempos de los buenos negocios.