Qué se dice: Los muertos de la pandemia

Qué se dice: Los muertos de la pandemia

Claudio Acosta

Es lo que pasa con la muerte cuando se hace rutina, número frío, estadística. Es lo que pasa con la muerte cuando la miramos tan de cerca que dejamos de verla, pues el instinto nos convence de que ignorarla es la mejor forma de seguir viviendo sin el dolor que siempre la acompaña.

Y aunque prácticamente no pasa un día sin que nos enteremos por los periódicos o las redes sociales de que alguien conocido o famoso murió de covid-19, poniéndole un rostro distintivo, una identidad concreta, a las víctimas del enemigo invisible que nos está matando, nos comportamos como si esas muertes no importaran más allá del relámpago de consternación y miedo de pensar que pudimos ser nosotros.

Desde que se empezó a hablar de desescalada, de la eliminación del toque de queda y la inminente normalización de la vida social y económica del país, esos fallecimientos, que al día de ayer sumaban 3,953, pareciera que importan menos, pues al fin y al cabo nadie quisiera que la pesadilla que atormentó su sueño la noche anterior continúe atormentándole al día siguiente y con los ojos abiertos.

Tal vez es lo que siempre sucede en una pandemia, donde muere tanta gente y en todas partes del mundo, pues la vida tiene que continuar, seguir adelante, como una rueda que no sabes cuándo se detendrá.

El aumento de la población meta vacunada, que según las autoridades sanitarias alcanza ya el 50% con ambas dosis del biológico, alienta la esperanza de que pronto dejaremos de contar muertos, de lamentar la pérdida de vidas valiosas que se marcharon precipitadamente, sin avisar ni pedir permiso.

Pero esa esperanza se oscurece y marchita cuando sales a la calle y ves a tanta gente que se aglomera en colmadones y teteos de lo mas quitada de bulla, sin mascarillas ni guardar la distancia social, poniéndote a las puertas de la amarga y triste conclusión de que esta pesadilla no acabará nunca ni sus muertos le importan a nadie.

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