Qué se dice 
¿Ocultación en Cabarete?

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Algo  extraño está pasando con la Policía de Cabarete, Sosúa, pues un hombre se empeña en denunciar que fue violado mientras guardaba  prisión en el destacamento de ese municipio turístico, lo que las autoridades del lugar niegan categóricamente diciendo  que no hay constancia ninguna de que el denunciante estuvo alguna vez encerrado. Como para acentuar más la confusión, ahora  aparece el fiscal de la jurisdicción, Teódulo Ceballos, acusando a la Policía de ocultar evidencias, lo que pone en abierta contradicción a la Justicia y a la Policía, siendo ésta un simple auxiliar de aquella.

¿A quién tiene uno que creer por obligación? Es insólito que un hombre, en este caso Fidelio Ramírez, se atreva a denunciar y reiterar que lo ultrajaron  en una celda. No es común que algún varón dominicano se ponga a llamar la atención sobre sí mismo presentándose como agredido sexualmente y contra natura. Debe saber que le está dando tremendo banquete al morbo y que se expone a pasar de boca en boca y a ser objeto de burlas, marcado como víctima de una agresión deshonrosa.  Desgraciadamente así ocurre cuando en verdad lo que Ramírez merece es compasión y respaldo pues su familia está decidida a lograr que se haga justicia. Mientras tanto, se puede afirmar que la Policía de Cabarete no está colando su café claro.

Otro “pelotazo” histórico

 Lo que soltó Quique Antún en estos días en que dijo horrores de las pasadas elecciones, señalándolas como las más viciadas de la historia, constituye el segundo intento reciente de este dirigente por reescribir importantes episodios del pasado. Como bien se destacaba en esta misma sección ayer, Quique juzga el presente a través de la amnesia total, pues para nada toma en cuenta las cosas que ocurrieron en los célebres doce años de su ilustre líder, el doctor Joaquín Balaguer, cuando los usos democráticos fueron pisoteados al extremo de que en vísperas de unos comicios la guardia fue lanzada a las calles con pañoletas rojas en las puntas de los fusiles, en total adhesión a los candidatos del Gallo Colorao. Hace pocas semanas que el ingeniero Antún comenzó con su reinterpretación de hechos y dejó a todo el mundo boquiabierto cuando proclamó solemnemente que Joaquín Balaguer jamás hizo campaña sucia contra el doctor José Francisco Peña Gómez para evitar a toda costa que ganara las elecciones de 1994. Los testimonios y reacciones de testigos de la época que de inmediato brotaron, reafirmaron que al dirigente de la Alianza Rosada le va muy mal cuando trata de desdibujar grandes hechos pretéritos.

¡Bien por Chile!

 En el Ministerio de Agricultura de Chile el número de funcionarios y empleados no llega a dos mil, a pesar de que se trata de un gran exportador de productos agrícolas y pecuarios, con vinos que dominan el comercio mundial, frutas exquisitas y pescado de alta calidad. En cambio, en República Dominicana los “servidores” de la cartera que tiene que ver con el campo pasan de 16 mil, un personal concentrado en la capital con pocas funciones, plantilla en la que predominan los burócratas y no los técnicos que deberían esta trabajando por un crecimiento de la producción. Esta es una simple muestra de la diferencia tan grande que uno hallaría en muchos órdenes entre los usos de Estado en la nación sudamericana y lo que siempre ha ocurrido en este país del trópico caribeño. Con todo y que pasaron por una terrible dictadura encabezada por Augusto Pinochet, los chilenos conservaron un sentido de grandeza para manejar su Estado con eficiencia, sin permitir que se convierta en ubre exprimible de políticos que tienden a crear empleos en exceso (parasitarios, la más de las veces). Estas reflexiones vienen al caso porque la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, ha estado de visita en República Dominicana y los ciudadanos sensatos y preocupados por la suerte de su nación desearían que el ejemplo de ese país de Pablo Neruda y Gabriela Mistral, en el manejo de la Cosa Pública, iluminara a quienes aquí dirigen, aunque, desde luego, muchos políticos locales siempre tiene alguna justificación para el “botellerío” que propician.

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