QUE SE DICE
Pan y circo

QUE SE DICE <BR>Pan y circo

Si algo tienen de bueno, dicho sea sin cinismo, los cambios de alineación en la administración pública, es que ofrecen la oportunidad de hacernos una idea más o menos aproximada de la capacidad de las autoridades salientes para continuar el proceso de degradación al que nuestra particular manera de practicar la democracia ha sometido a nuestras instituciones. La repetición cada cuatro años de tan triste ritual, sin embargo, es también la mejor demostración de su inutilidad, y la razón es sencilla: no han servido para evitar que los políticos de turno cumplan a cabalidad una tarea tan ingrata como infame. Reeditar el bochornoso espectáculo televisivo que nos someterá al pormenorizado inventario de las tropelías cometidas por los pasados administradores de la llamada cosa pública, en un país donde, a pesar de las reiteradas denuncias, no hay un solo funcionario público preso por corrupción, no solo servirá para recordarnos la esterilidad de esas alharacas sino también lo difícil que resulta a nuestros políticos, una vez en el poder, apartarse de ciertas prácticas que han terminado convirtiéndose en doctrina. Y así nos va.

La lista

El agrio enfrentamiento que mantienen el licenciado José Rafael Lantigua, flamante secretario de Cultura, y Natacha Sánchez, a quien mucha gente en el PLD consideraba la candidata «natural» para ese cargo, está lejos de apaciguarse, por lo menos mientras no se consiga colocar en esa cartera a la gente de la titular de la secretaría de cultura peledeísta, que figura en una lista que ya fue aprobada por la Comisión de Empleo del PLD. La salomónica decisión de concederle una cuota de puestos a doña Natacha, para que pueda cumplir con sus compromisos políticos, debería servir para restañar en algo las heridas dejadas por el hecho de no haber sido la elegida, pero los nombramientos no acaban de producirse. Debe tratarse, como se alega, de que todavía se está en un proceso de evaluación de esos puestos, pero los que desesperan en la banca, con doña Natacha en primera fila, están convencidos de que solo son ganas de mortificar.

Parqueos

Era previsible que la decisión del ayuntamiento del Distrito Nacional de sancionar a los automovilistas que estacionan sus vehículos en las aceras, apropiándose de un espacio público destinado al uso de los peatones, cogiera desprevenida a tanta gente acostumbrada por años a andar por esas calles de Dios como chivo sin ley, mucho mas si no fueron previamente advertidos de que se les haría pagar tan cara la infracción -las grúas cobran entre RD$600 y RD$1,300 para devolver los vehículos a sus dueños- y la Ciudad Primada se viera desbordada por un parque vehicular que todos hemos visto crecer de manera espectacular en los últimos años, pero que ninguna autoridad ha sido capaz de encarar. Eso no quiere decir, en modo alguno, que la medida no sea legítima, pero tal vez hubiera sido deseable acompañarla del anuncio, aunque solo fuera demagogia, de que alguien se ocupará de resolver el grave problema de la escasez de parqueos en una ciudad digna de mejor suerte.

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